El Equipo Antigourmet viajó a San Telmo para una visita notable.

Y el notable no defraudó.

Podríamos decir que ocurrió todo lo contrario. El Federal nos tiró por la cabeza 150 años de historias, de buena atención, de personajes, de tango, de mozos fabulosos, de tragedias, de cultura, de reliquias y como si esto fuera poco, nos tapó de morfi. Y decimos que nos tapó de morfi, porque cada vez que llegaba el mozo con algo, agarrábamos dos platos y los uníamos para hacerle lugar al próximo.

Dicha técnica, denominada «Engendro Antigourmetero», es esencial en estos casos por dos razones: 1) permite la creación en la mesa de zonas de apoyatura para todo tipo de envase contenedor de alimentos, y 2) porque los resultados pueden ser emocionantes e innovadores para la gastronomía en general y para vos en particular.

¿Cuántas veces para hacer lugar, un antigourmet tiene que mezclar un revuelto de gramajo, con un cuarto de filet de merluza que andaba yirando por la mesa? ¿Cuántas veces una esposa o novia exclamó: «está media agria la salsa» y vos, que sos más bueno que Lassie, terminás con una montaña de ñoquis con salsa filetto (y una albóndiga) arriba de una suprema Maryland?

O podemos citar al famoso y siempre presente: «no me gustan las aceitunas» y vos decís: «pasámelas, si total me estoy comiendo un super pancho», confiado en que al pegarle un mordiscón, no salga una bala aceitunística a 400 km/h  y le saque un ojo al barbudo de la otra mesa (que para colmo lo viste estacionar la moto en la vereda y es enorme como El Caballero Rojo de Titanes en el Ring).

UN SIGLO Y MEDIO DE HISTORIAS

Vamos a ser claros y honestos, como siempre.

Para contar la historia completa de El Federal, se necesita un equipo interdisciplinario integrado por historiadores, sociólogos, arquitectos, odontólogos, canillitas, tacheros, tres despachantes de aduana y algún que otro obstetra. Pero de todos modos, lo vamos a intentar usando la precaria narrativa antigourmetera.

En 1864 ya funcionaba como pulpería. Eran épocas donde uno se tomaba una Hesperidina y no sabía si era la última. Entre los matones y la fiebre amarilla, se te complicaba la supervivencia. Figurate el quilombo que debe haber tenido Sarmiento en el primer censo que hizo en el ´69. Le tomaba los datos a un tal López y cuando se estaba yendo, al tipo le agarraba 58ºC de temperatura y se iba solito para la quinta del Ñato. Domingo Faustino anotaba (+1-1 = 0) y  entraba a El Federal para clavarse un farol de whisky.

Después de las epidemias, El Fede se hizo almacén de ultramarinos (lugares donde marinos muy ultras compraban su mercadería). Vaya uno a saber por qué, pero en un momento determinado, sus dueños decidieron que la cosa no caminaba. Optaron por cambiar de rubro y armaron un… como se dice… ¿Lupanar? ¿Mancebía? ¡Un prostíbulo! Eso mismo.

Se ve que la cosa tampoco funcionaba como se pensó. Un miembro de nuestra mesa dijo: «y… no había viagra en esa época», ante la mirada atónita del resto y de un par de chicas que estaban con la oreja parada en la mesa de al lado.

Entonces, los dueños decidieron hacer un mix. Planta baja: almacén con despacho de bebidas. Planta alta: burdel. Fue una idea ingeniosa y altamente rentable, excepto cuando algún borracho le quería pagar por sus servicios sexuales a un mozo, o le pedía 100 gramos de jamón crudo a la matrona de turno. Ahí se pudría todo y nadie salía ganando.

DE TRAGEDIAS, TIEMPOS DIFICILES Y UN RENACER A TODO TRAPO

Fue por los años 50 cuando una tragedia tocó la puerta de El Federal. Más precisamente tocó la puerta que está en la esquina, porque allí fue asesinada la hija del dueño. La jóven estaba comprometida, pero tenía un amante que le arrastraba el ala, hasta que se enteró su futuro esposo. Ese día la esperó y la mató en la vereda del bar, ante la mirada de los todos los clientes y, desde ya, ante la mirada de su padre. Fue un hecho conmocionante para todo el barrio y especialmente para la familia, que dejó el local abandonado a su suerte.

Pero logró resurgir de sus cenizas. Y en los años `70 volvió a brillar con su actual nombre: «Bar El Federal». Esta vez había algo nuevo: espacio para bailar. Se armaban festicholas épicas y empezó a ser frecuentado por los tangueros. Por eso las películas Cafetín de Buenos Aires y El tango cuenta su historia, usaron este lugar como locación para muchas escenas.

En fin… son tantas cosas para contar (y a veces es tan complicado encontrar datos de aquellas épocas) que les recomendamos que vivan su propia experiencia federal. Vayan, traspasen cualquiera de sus dos puertas, miren la barra, los pisos, las vigas, el techo, los cuadros, las mesas, las sillas, las fotos, las botellas milenarias y la caja registradora inmortal. Van a encontrar miles de señales para crear su propia historia en la cabeza y sentir como este edificio emblemático, está más vivo que nunca.

Y ahora sí, vamos a los bifes…

DATOS DE SUMA IMPORTANCIA PARA UN ANTIGOURMET

La carta es enorme, así que tratá de ir un feriado puente porque sino te quedás por la mitad. Los precios van como piña y hay para todos los gustos. Acá te vamos a recomendar algunas cosas, pero la verdad es que volveríamos por un par de platos que nos quedamos con ganas de pedir.

El Federal elabora de forma casera sus panes y sus pastas. Y si le agregamos que fabrica su propia birra, evidentemente estamos en donde tenemos que estar. Tienen 3 variedades de cervezas y viene helada. Refrescante hasta el cuajo.

Los mozos son todos increíbles. Así que preguntales todo lo que se te ocurra que te aconsejan 10 puntos. A nosotros nos tocó Jorge, que es un tipo que hizo el curso de Ilvem de la memoria. Nos tomó el pedido que eran como 9 cosas, sin anotar nada y en vez de ir rajando a la cocina para pedirlo (como cualquier ser humano), se fue a la mesa de al lado para escuchar otros pedidos. Un fenómeno y siempre con su latiguillo: «perfecto, marchamos» que te dan ganas de abrazarlo.

Como esto es un viaje en el tiempo, te van a dar ganas de pedirte un aperitivo, como hacía tu viejo, tu abuelo y tu recontratatarabuelo, porque el bar tiene más años que Matusalén. Y lo mejor de todo, es que podés pedir tranqui, porque tienen de todo. Nosotros pedimos algo que no estaba en la carta por recomendación de Romina: hesperidina con vodka y tónica, como para arrancar. Es que el Bar es así de copado: te pedís algo, lo que se te ocurra, y si no lo tienen, te lo arman al toque. Así que imaginate a un grupo de personas, cuatro horas después, reptando por San Telmo con una sonrisa de oreja a oreja.

PICADA Y COMPLEMENTOS

Las picadas son una de las especialidades del bar. Vimos cuatro mesas alrededor nuestro que pidieron una llamada: «El Federal» y estaba muy bien armadita. Así que nos decidimos a probarlas. Hay varias opciones en la carta, pero nosotros pedimos dos + unos cuantos agregados, porque somos animalitos.

Tabla de quesos: viene en una tabla larga como un palo de escoba. No sabés como carajo meterla en la mesa porque ni en diagonal cabe. Uno de los comensales sacó lápiz y papel para hacer un par de cálculos trigonométricos, pero no hubo caso. La pusimos en el medio y tratamos de no sacarle un brazo a nadie. Viene con 10 tipos de quesos distintos. Había dos clases que volaron y el que no llegó a manotear se quedó con cara de carnero degollado. Tarde piaste, hermano. En El Federal tenés que estar despierto o te comen las lombrices.

La otra picada: la armamos a gusto del Antigourmet, con la ayuda de los mozos y Romina. Tenía de todo: jamón serrano, tortilla de papa, lengua a la vinagreta, berenjenas en escabeche, jamón cocido natural, aceitunas rellenas, queso de campo, pastrón y cantimpalo. ¡La pucha! Todos los productos son de una calidad tremenda, te das cuenta en menos de lo que canta un gallo. Los más votados, en la categoría «descollantes», fueron el pastrón y el jamón cocido de Tandil. Vas a ver que a mitad de camino ya te tenés que pedir otra birrita.

Ravioles fritos: un poema. Hasta el momento los mejores que comimos. Una señora de la mesa contigua nos pidió uno y cuando lo manducó se puso como loca. Son de ricota, son fritos y son un montón.

Tortilla a la española: no estaba tan babé como le gusta a nuestro equipo, pero zafaba como loco. Muy lindo tamaño, para compartir. Salcedo no juega, pero siempre encontrás un cosito para echarle.

Matambre arrollado: la excelencia con forma de pavo real. Estos son los momentos donde la presentación del plato vale la pena, porque no era un cachito de matambre rodeado de giladas o de espacio vacío, sino que eran 8 porciones, de lindo grosor, con todos los ingredientes que un matambre debe tener. Para compartir tranquilamente y si le sumás el pan de campo te explotan las papilas gustativas.

Pavita al escabeche: elegida como una de las especialidades, se sabe que mucha gente viene a buscar este plato y se va a comerlo a la casa. Es un plato mediano, no lo pidas pensando que te van a poner un pavo vivo al lado con una lechuga en la cabeza, porque te vas a querer matar. Pero tranquilamente lo podés pedir como un complemento a la picada. Fabuloso el desmenuzado de la carne y el gusto. Agarrás el tenedor, te hacés un sanguchito y se te viene una oleada de felicidad encima.

Hamburguesa El Federal: si comés esto y después seguís opinando que te gusta McDonalds tenés que hacerte ver en la clínica más cercana. Hamburguesa de 400 gramos sin forma de hamburguesa, rodeada de panceta, cebolla, tomate, papas rejilla y un huevo frito. Una avalancha de colesterol.

POSTRES

Queso y dulce: y como siempre sucede, apareció él. En este caso con forma de ajedrez de dos pisos. Son 8 cuadraditos, cuatro y cuatro que te van a costar hacer desaparecer después de la picada. El queso estaba mortal, pero el dulce le pasaba el trapo. La próxima vamos a pedir «Queso y dulce y dulce» a ver si nos traen doble ración de ese elixir.

Strudel de manzana: un postre que normalmente un antigourmetero no se clava, pero cuando le preguntamos a Jorge qué nos recomendaba, el tipo no lo dudó. Viene súper cargado y arriba le tiran una tonelada métrica de canela. Nos dieron ganas de pedir un arroz con leche para meterle un cucharazo encima, pero ya no podíamos comer más nada.

BAJATIVOS Y BRINDIS

Para finalizar la velada y después de pasar una noche fabulosa, decidimos brindar con alguna cosita.

Grapa: llega el mozo, se levanta el brazo, se brinda por algo lindo (en este caso porque nos dejaron pegar el huevo frito en la puerta), se chocan los vasos y se empina el codo haciéndose el macho. Y ahí te das cuenta que sos un maricón de pura cepa. ¡Qué manera de lagrimear, carajo! Te preguntás cómo mierda está vivo el abuelo si tomaba este veneno todas las noches. Capaz que antes se nacía con un esófago más resistente, vaya uno a saber. Pedir, tomar y llorar, que llorar también hace bien al alma.

Sidra: seguramente estás leyendo «sidra» y pensás pa’ tus adentros: «estos pibes están mal, tomaron birra, hesperidina, grapa y ahora le meten sidra». Y sí, tenés razón, pero la sidra está buenísima porque es tirada. Pedite un chopp y vas a comprobar lo que te decimos. Fue una de las grandes sorpresas de la noche. Dulce, helada, refrescante, ideal para después de la barbaridad de cosas que habíamos comido (y tomado).

Olvidate de la sidra pedorra que compra la Tía Porota para año nuevo. Esa porquería intomable que todos esquivan y tenés que escuchar a la vieja cuando dice: «chicos, miren que traje la sidra». Vos ya sabés que es una mierda, y todos tus familiares están seguros que la vieja también lo sabe, pero quiere que se la tomen igual para matarse de risa un rato en nombre de la tradición.

Después de la grapa y la sidra ni se te ocurra agarrar el volante, porque te estrolás a los 50 metros contra un negocio de antigüedades. Ya te avisamos.

CONCLUSIÓN

Pan casero. Comida de altísima calidad en sus ingredientes. Birra y sidra artesanal. Mozos de primera y buenos precios. Definitivamente, Bar El Federal es una salida obligada para conocer el patrimonio de Buenos Aires. Una combinación de cultura, historias y amigos que todos los antigourmeteros celebramos y sabemos valorar. ¡Salud!

 

SIGUEN LOS FESTEJOS

Este año, el edificio cumplió 150 pirulos, así que ya se pueden dar una idea del despiplume de anécdotas que hay para contar. Por eso mismo, la gente de El Federal organizó una serie de actividades de difusión para que todos nos sumemos a su cumple.

Cuando vayas a comer, vas a ver una muestra fotográfica, las postales alusivas, podés participar del concurso de cuentos cortos, o por ahí entrás y están haciendo un programa de radio. Acá te dejamos el link con toda la info sobre estas actividades. Queremos agradecer primero, y felicitar después a Romina y todo el equipete de El Federal por darle tanta manija a este tipo de actividades culturales (si querés más info, metele un clic acá).