OA!

Volvimos a salir mal de una rotonda y entramos a Bilbao por atrás de todo. Así que no podemos decir si el ingreso es lindo.

Básicamente le vimos el culo a Bilbao, gracias a los 4 copilotos teletubbies que llevamos en la camioneta.

HIPERVENTILADOS

Estacionamos a 200 metros de una calle llena de bares. Gran maniobra de Facundo. Y el equipo se relamía para comenzar los estragos alimentarios.

Ahí fue cuando JP dijo:

Hay tiempo che, vamos a pasear un poquito por la ribera.

60 cuadras. Y ninguna tenía 100 metros. Eran todas de 350 según Román.

Un completo desastre. Nadie podía entender cómo nos habíamos dejado guiar por un tipo que usa chupines de colores.

Habíamos perdido el norte. Y Matías afirmaba que “también perdimos el este y el oeste”. Por lo que proponía frenar la marcha y volver para el sur, a donde estacionamos, haciendo el moonwalking para no perdernos.

Nadie le dio bola y pasamos por el Museo Marítimo, el Guggenheim, la araña grandota, la Facultad de Bilbao, 8 puentes y para colmo, mientras caminábamos, nos pasaban por el costado… personas corriendo! RETRO SATÁN!!!!!

Se sabe que al equipo Antigourmet no le podés hacer ver actividad física cuando tiene hambre. Porque te descuidas un minuto y nos podemos comer un maratonista o un ciclista.

Una vez me comí una bici con 18 cambios. – afirmó Facu, y en ese instante todos le creímos.

Cuando parecía que íbamos a entrar en Modo Ayuno, nos encontramos con ella.

LA MEJOR PANFLETERA DE ESPAÑA

Marisa nos salió al cruce a al mejor estilo Krupoviesa. Los 8 quedamos atrapados en sus redes retóricas y embobados con su capacidad para producir lástima.

Pueden comer uno o dos menú, y compartir. A mi me pagan por menú.

Estoy muy contenta de estar rodeada de Argentinos. Ojalá vengan a comer.

Tiró unas cuantas frasecillas más y nos conmovió su persistencia. Había que ir a su lugar de trabajo. Y acá arrancamos la recorrida Bilbaína.

PITXINTXU

Cómo será de buena Marisa que logró una cosa inesperada. Que Facu entre a un local de diseño y le termine gustando.

No era un bodegón. No era una sidrería. No era un pizzería. Era un barcito de esos palermitanos con poca identidad (mucho blanco, pizarrones impresos, servilletas dobladas con diseño y luces led decorativas).

Pedimos una tortilla, 6 pintas y un par de pinchos. Y la verdad es que estuvieron zafables.

No nos quedamos más porque necesitábamos volver a las raíces. Saludamos a Marisa y seguimos.

EL MOLINILLO

Es un lindo bar, con mesitas en la peatonal. Y para comer… pinchos!

Todo fresco. Pero re caro (3 euros cada pincho. Compramos 4, con 5 cañas y ya nos empezábamos a poner de la cabeza.

HASTA ACÁ LLEGAMOS

El centro de Bilbao es igual al Microcentro Porteño un mediodía. Mucha gente, mucho traje, mucha mina producida, muchos lugares bien puestos y con propuestas parecidas.

Esto de los pinchos me tiene repodrido – gritaba Facundo y los vascos lo miraban raro.

Y si. Tenía razón. No da para salir exclusivamente a comer pinchos, salvo que seas un tipo lleno de guita y no tengas drama en comprarte 15.

La verdad que ellos tampoco lo hacen.

Salir de “poteo” significa: salir del laburo, juntarte con algún amigo/a, clavarte una cañita con un pincho y seguir a casa para cenar como corresponde.

Por eso, evitamos pedirlos y nos enfocamos en encontrar raciones y menúes copados.

Así fue como llegamos a…

LA VIÑA DEL ENSANCHE

85 añitos de historia y una estética más acorde a nuestros gustos personales.

Nos sentamos en una mesita y pedimos un vinito, como para sentar las bases duraderas de la comilona. Y pedimos:

Dos contundentes platos de Jamón Crudo de Bellota. Como para recuperar energías.

Te metés una feta, la masticás un poquito, la llevas al paladar, la dejás ahí un minuto y listo. Empezás a respirar jamón hermano.

Qué maravilla de jamón tienen los españoles. Es perfecto!

Y le sumamos una dupla de Joselines gratinados (sanguches de jamón ibérico, queso, manzana y paté). Y un atún rojo con arroz y… wasabi.

Mamasa, qué pedazo de pescado! Y el picante del wasabi lo tuvimos que bajar con otro tubo.

Nos había vuelto el alma al cuerpo. Pero eran platos para compartir entre 8. Así que salimos buscando un nuevo lugar. Y lo encontramos.

RIO-OJA

Gran lugar para comer de dorapa.

Es un local con una barra con forma de herradura. Y en la barra, bajo un vidrio que las protege, tenés todas las sartenes hermosas, llenas a rebalsar, con lo que podés pedir.

Son todos guisados preparados. Cuando pedís una ración, le pegan una calentadita rápida y te los traen.

Había anchoas, mejillones, conejo, rato, ternera, callos, albóndigas, codornices, caracoles, gambas al ajillo y una pila de cosas más.

Nosotros pedimos una Cazuela de Chipirones con Tinta de Calamar, que cuando los ves llegar parece que te vas a comer una cucharada de petróleo.

Y unos pimientos del piquillo, con un relleno de bacalao y bellamel muy rico.

Gran recomendación. Nos encantó. Pero teníamos que seguir hasta la camioneta. Por suerte, hicimos una parada técnica.

BAR BILBAO

Funciona desde 1911 y está sobre la Plaza Mayor. Un salón simple, con una barra cuadrada que atiende para todos lados.

Pedimos rabas (acá se dice calamares fritos), limón, dos pintas y un baño. No daba más la vejiga después de tanto traqueteo.

Terminamos las pintas y salimos para la camioneta. Era momento de volver. Pero, se nos cruzó en el camino…

EL SAN MAMÉS

Tremendo estadio pegaron los vascos. La prolijidad, cuidado y limpieza que tiene nos puso un poco nerviosos. La verdad que es una joyita y un placer haberlo recorrido en plan Antigourmet.

¿Cómo sería eso? Bueno, no entramos al estadio, sino al buffet.

Tomamos un par de cafecitos mirando la cancha y esperamos a que JP se compre la camiseta. S. Es el único tipo al que le vendieron un taller S en la historia del Bilbao.

JP más come, más adelgaza. No sabemos qué carajo hacer porque la verdad… nos hace quedar para el culo. Vamos a ver qué acciones tomamos al respecto.

VUELTA A SAN SEBASTIÁN

Llegamos al fin a la camioneta y emprendimos el regreso a Donostia.

Nico avisó que “le parecía que teníamos poca nafta”. Facundo lo ignoró. Pero al cabo de 20 minutos nos empezamos a preocupar por la lucecita roja de la reserva.

No aparecía ni una estación en la ruta y nos faltaban unos cuantos km. Por eso decidimos entrar en un pueblo para ver si había algo. La pegamos y nos mandaron un par de cuadras para adentro, donde había una estación.

Se acercó un playero y Facu le dijo una frase que quedará en la historia del Antigourmetismo.

Llenámelo de pulpo.

Y claro, veníamos tan cesados con el octópodo (como habrán notado en las reseñas anteriores) que estuvo muy bien el pedido.

Hay que tratar de consumir todo el pulpo que se pueda antes de volver.

No había nafta-pulpo. Pedimos super.

CHULETERÍA IRAETA

Llegamos, nos bañamos y salimos para ver dónde cenar. Román y Nico rastrearon lugares y dieron con este tremendo lugar. Una de las experiencias más Antigourmeteras que tuvimos en todo el viaje.

Benni, el dueño de la chuletería, nos armó una mesa atrás y comenzó un show de morfi que nunca vamos a olvidar.

Nos trajo: Tomate (con ajo).

Un tomate de la hostia. Si complicado defender un tomate, eso lo sabemos. Pero el gusto que tienen estas bellezas nos llamó la atención.

Son de Ollazu, un pueblito cercano, y la clave es que los tomates están en pendiente. Por lo tanto el agua de lluvia nunca se estanca.

Cuando vio que habíamos liquidado el tomate y estábamos haciendo “barquitos” con el juguito restante, Benni nos dijo que en breve caían los chuletones. Y así fue…

OOOOOSTIAS, JODER, TÍO, GILIPOLLAS, CACATÚA Y DEMASES AUSTRALOPITECUS.

La especialidad de la casa es una chuleta que pesa entre 1,200 y 1,600 kg. (Menos de 1,200 es para filete, según Benni).

Viene hiperjugoso, comparado con el punto nuestro al que estamos acostumbrados, pero es una verdadera exquisitez.

De todas formas, si ponés un pedacitos arriba del hueso, lo terminas de cocinar vos mismo, porque está recontra mil caliente.

Nos comimos 2. Uno con más grasa y uno bien magro como para comparar. Pero la grasita es la grasita y tuvimos que pedir uno más. Tres chuletones! Gran actuación del equipo.

A esta altura nos habíamos bajado dos tubos de vino. El tipo tiene un montón de Vinos de productores chiquitos y te los va recomendando.

Para bajar, pedimos unos postres. No vaya a ser cosa que Benni piense que somos unos amateurs.

Una ración de Queso, membrillo y nueces. Un bizcocho con crema y caramelo. Y una Torta de hojaldre rellena con pastelera y almendras que se sirve tibia.

Gin tonic y café. Más algunos orujos cerraron la velada, después de dos horas y media de comilona.

Conclusión: la Chuletería Iraeta es cara, comparada con lo que veníamos testeando, pero vale la pena darse un gustito y probar estas maravillosas chuletas porque realmente valen la pena.

Nos fuimos a dormir pipones. Y costó bastante encontrar posición para dormir.

Durante la noche se escucharon ronquidos y expresiones guturales que provocaron pánico en la población femenina.

Pero al parecer, eran sonidos que provenían de los dulces sueños de todo el equipo Antigourmet.

CONCLUSIÓN

Así fue el día 10 en España.

A descansar porque mañana, mañana será otro día para seguir este Anti-Tour.

Salud!