“DE LA LANCHA A LA PLANCHA”

Así decía la carta y nos pareció de una sinceridad digna de aplaudir. Por eso entramos a este lugar y no nos defraudó.

Ojo… Al principio nos costó un poco entrar en el ritmo de los mozos asturianos, por cosas como estas:

Facu: Qué nos recomendás comer?

Mozo: Ahí vengo.

Mati: Una pregunta, tienen WiFi?

Mozo: Si.

Mati: (a un viejito que cortaba el pan) Hola, podemos sacar fotos?

Mozo: Quién?

Mati: Nosotros.

Mozo: (dejó de cortar el pan y se fue atrás de la barra)

Román: Te pedimos mejillones y…

Mozo: Que no hay mejillones, que no hay zamburiñas, que no hay langostas, que no hay chipirones… (mira a la cocina y grita)… PUES QUE AQUÍ NO HAY NADA JODER! VAMOS PA’ LAS CASAS!

Claramente uno se siente descolocado y no sabe si están hablando en serio o en joda, pero a la media hora ya estábamos como perro con dos colas.

Aprendiendo un montón sobre la Sidra y comiendo, porque para eso vinimos.

CABEZA DE PULPO, GAMBÓN Y ALMEJAS CON PAPAS: La baranda a ajo se sentía desde Oviedo. Y en efecto, nos encontramos con una de las mejores provenzales que este equipo supo probar.

Todos los eustaquios (así identifica Matías a los pescados) flotaban arriba de un caldo. Era como una sopa maravillosa.

Nuestro amigo octópodo sigue convirtiéndose en uno de los manjares que vamos a extrañar cuando nos toque volver a casa.

Además pedimos el Gran Cachopo Casafer, que es como una milanga de ternera asturiana con jamón, queso, huevo cocido y champiñones con una salsita arriba.

Siguiendo con la buena racha, agarramos una promoción.

Como nos habíamos clavado unas cuantas sidras pusimos €1 y ligamos dos cazuelas de Chipirones Afogados, con mucho pimentón dulce, cebolla, papá y por supuesto… chipirones.

¡Una panzada! Platos riquísimos de Alimata y Adriana, las grandes cocineras de Casa Fernando.

ESCANCIADO, CULINES Y NOMECHISQUES

Gracias a Javi, Carlos y Luis (los geniales mozos que se tomaron el tiempo de explicarnos todo) pudimos conocer un poquito del mundo de la Sidra.

Se sirve siempre en culines.

Un poquito porque no tiene que decantar la bebida. ¡Así que te dan el vaso y tenés que meter un fondo blanco! Carlos servía la Sidra desde arriba de su cabeza y con el brazo completamente estirado. A esto se le llama Escanciado.

Para escanciar se necesita algo de práctica. Es muy difícil no salpicar y embocarle al vaso desde tanta altura.

A Facundo no le importa y lo intenta en todos los lugares que vamos. Vivimos hace días con la ropa mojada y llenos de olor a sidra.

Cuando volvamos del viaje le vamos a comprar un Nomechisques. Un recipiente alargado donde se pone la mano que sostiene al vaso y cuando se le pifia al llenado no te chisca; no te salpica.

El mundo de la Sidra es muchísimo más grande de lo que nos imaginábamos.

Nos despedimos de todos en Casa Fernando, agradecidos por la atención que nos dieron. Gran bunker Antigourmet.