CRUCEN LA GENERAL PAZ, PUTOS.

El movimiento Antigourmet nació en Capital Federal. Eso ya es sabido.

Si bien 3 de los fundadores son de la ciudad de Junín, provincia de Buenos Aires, los bodegones que comenzamos a reseñar en los albores de este peregrinaje fueron todos de Capital. ¿Por qué? Básicamente por 2 razones: porque podíamos y porque sí.

Está claro que estos primeros bodegones eran los lugares que nunca nos fallaban. Alguno ya lo había visitado, algún familiar le había tirado buenas referencias o se comentaba que estaba bueno comer ahí en el (cada vez más tétrico) vestuario post-básquet.

Lo genial es que a medida que la cosa fue creciendo, empezamos a recibir sugerencias por todos lados. Mails, mensajes de facebook, twitter, en la radio, en la calle, en un cumpleaños. Así fuimos conociendo y armando el Mapa de Bodegones y la App del Anti. Como siempre, todo gracias a los antigourmeteros que se copan con la idea y comparten esta información tan valorada por todos los amantes del buen comer.

Como dijimos, la cosa fue creciendo.

Y con el crecimiento de la cosa, cada tanto, también comenzaron a llegar mensajes de otro tipo. Digamos que 2 de cada 25 mails nos intima a salir de Capital y nos desacredita como voceros del morfi honesto hasta que hagamos el viaje. Por ejemplo, nos llegan mails de este estilo:

No cruzan la General Paz. Son cagones. Saludos. Son capos. José de Munro.

Si no van a Lo del Eneide en Villa Cazorla no pueden tener una página. Eneide.

¿No comieron las milanesas de la segunda madrastra de mi prima Pamela? ¡Ahhh bue! ¡Nunca comieron una milanga! Cómprense una vida manga de giles. La prima de Pamela.

¿Zona Sur nunca? ¿Dónde viven? ¿En Nordelta? ¿Andan en velero? ¿Hacen running ahora? ¿A qué hora tienen pilates? ¿Eh? ¿Eh? (Fui a Los Orientales, excelente muchachos). Nicolás Gitel.

En el Oeste, está el agite. Vengan a La Tarzán. Acá tenemos a la mona chita pelando papas. Si no vienen es porque no saben nada de nada de nada de nada de nada. Genial la página. Gise de Castelar.

Si pasan por Santiago del Estero, no vayan a La Farola de Santiago del Estero. Igual van a tener que ir porque sino cómo carajo van a saber si está bueno o no. Pero no vayan. A mí no me gustó. A mi señora sí. A mi hijo no tanto. Igual, si vienen a Santiago, pueden ir, no está tan cara. Bueno, hagan como quieran, total… no cruzan la General Paz. Putos.

Y como no podía ser de otra manera…

Tienen que cruzar la General Paz. Yo siempre la cruzo y se come recontra bien. Mi hijo la cruza y también me dijo que comió re bien. Crucen y pidan ese plato con salsa que estaba de rechupete. No dejen de cruzar. Los quiero mucho. Alicia de Temperley. *

* Alicia de Temperley es una de nuestras primeras seguidoras. Nos escribe una vez por semana recomendando un lugar, pero nunca nos tira un dato concreto. Lo de Alicia se ha convertido en un caso de estudio para varias universidades e institutos internacionales. Ya nos mandó más de 290 mails y en ninguno de ellos figura la dirección o el nombre de algún bodegón. Pero la queremos igual.

TODO QUEDA A LA IZQUIERDA DE RUSIA, INCLUYENDO RUSIA.

Bien. Entendiendo este concepto equivocado que se tiene sobre la relación Antigourmet / General Paz, y entendiendo el fanatismo local que se esconde detrás de cada mail, vamos a proceder a aclarar nuestra filosofía con respecto a la situación geográfica-bodegonera.

Para nosotros, cualquier lugar a la izquierda de Rusia donde se pueda comer honestamente, es:

  1. Declarado bodegón
  2. Aceptado como parte del territorio colonizado por el Antigourmetismo
  3. Incorporado al listado general de la OLISSS. **

rusia1

Ahora bien, nos pueden decir…

Ehhhh locos, están dejando afuera a una potencia gastronómica como Japón.

O también…

¿Les parece dejar de lado la excelente comida china?

china¡Por favor! No seamos boicoteadores compulsivos.

Está más que claro, que tanto China, como Japón, quedan a la izquierda de Rusia. Como se puede ver en este mapa excelentemente cartografiado por el C.A.G.A.S.O. ***

Si nos ponemos meticulosos, cualquier región del Ártico queda a la izquierda de Rusia. Así que un esquimal tranquilamente puede ser Antigourmet.

El último problema de interpretación geopolíticahuevofritesca es cuando nos preguntan: ¿Y Rusia, queda a la izquierda de Rusia?

A ver… somos grandes… por supuesto que Rusia queda a la izquierda de Rusia. Es un país re grandote y nos basamos en el Principio de Razón Suficiente para asegurarlo (tenemos una pequeña duda con el Óblast de Kémerovo, pero por ahora entra como loco).

Por lo tanto, si nos enteramos que abrió una cantina nueva en Nuuk, en el territorio autónomo danés de Groenlandia, y nos avisan que el morfi está bueno, automáticamente la consideramos parte del territorio conquistado por el movimiento Antigourmet. Luego, será nuestra tarea avisarle a todos que Nuuk queda cruzando la General Paz, pero esa es otra historia.

** OLISSS: es la Oficina de Lugares para Ir Si o Si Señores.

*** C.A.G.A.S.O.: es el Comité Antigourmet de Geógrafos Amateurs Sumamentes Obstinados.

ENDEMIENTRAS, ¿CRUZAMOS O NO CRUZAMOS?

Con la evidencia puesta sobre la mesa, llegamos a la conclusión de que teníamos que hacer algo al respecto. Nos pedían movernos y en eso estamos. El equipo Antigourmet ya anduvo por: La Plata, Berazategui, Quilmes, Avellaneda, Dock Sud, Olivos, Martínez, Vicente López, J. L. Suárez, Villa Insuperable, Ramos Mejía, Santa Coloma y Cañitas, entre otras localidades.

Nunca vamos a poder ir a todos lados. Eso ya lo sabemos. La cantidad de lugares Antigourmet para ir a comer es inabarcable (gran diferencia con los gourmets). Así que decidimos arrancar por la creación de un listado de bodegones en las 3 zonas: norte, oeste y sur.

Al final de la reseña te vas a encontrar con este enorme y valiosísimo listado de los lugares recomendados por la comunidad. Son un montón. Hay para todos los gustos y con muy buenos comentarios. De a poco, los estamos agregando al mapa y poniendo quién lo recomendó.

Y así, de boca en boca, fue como nos contactamos con Eze Fontela, que nos mandó para este bodegón de Zona Norte, llamado el Club Hungária.

eze

El 25 de marzo nos recomendaron el lugar. El 30 de marzo fuimos. Eso es amor al laburo viejo. Y menos mal que fuimos, porque estamos en presencia de uno de los puntajes más altos de la historia del Antigourmet. Como será, que mientras escribimos esto ya nos dan ganas de volver.

LA LLEGADA Y EL SEÑALADOR DE OLIVOS

marshallEn esta oportunidad viajamos 4 comensales: JP, Román, Matías y Gino (el hermano de Román, futbolista, experto en probabilidades y Antigourmet). Martín andaba con mucho laburo y Facundo «el ternero» Vozzi… de viaje, como siempre.

Para llegar al Club Hungária saliendo del obelisco, tenés que agarrar 9 de Julio, Santa Fe, Cabildo derecho, cruzar la bendita General Paz, llegar a Olivos y al 4200 de Maipú hacer un par de cuadras para el costadete y listo.

Ojo, si salís de Canadá el camino es otro.

Te podés comunicar con el C.A.G.A.S.O. para más información.

Cuando llegamos no había nadie, pero cuando nos fuimos apareció un cuidacoches (estaba bastante copete, nos saludó muy amablemente e hizo unas 7500 señas para indicarle a JP cómo sacar el auto).

Para Román, se trata del típico caso donde un ex-empleado aeronaútico que ayuda a estacionar aviones, se hace cargo del estacionamiento de un auto. En fin… muy buenas señas tiró el hombre.

PROBLEMAS DE VESTUARIO Y EL SR. KEREKES.

Hablando de Matías, el tipo casi nos echa a perder la noche. Tendrían que haber visto las caras de las señoras húngaras cuando lo vieron entrar. Estaban justo comiendo un postrecito y comenzaron a tener palpitaciones, seguidas por un leve tono pálido en sus rostros.

Nosotros nunca vamos muy bien vestidos que digamos. Normalmente, los bodegones son lugares donde uno se siente como en su casa, se relaja, se distiende y se puede ir de joggin tranquilamente. Pero cada 2×3 se nos salta la chaveta y nos vamos al pasto (léase la reseña del Bar de Cao).

En esta oportunidad, Matías fue «vestido» con los siguientes atavíos:

Gorra con estampado militar, chomba negra del Antigourmet con un huevofrito en el cuore, bermudas grises mal cortadas (con unos hilos colgando), una muslera azul (?) porque decía que le dolía la gamba, medias de 2 colores distintos y zapatillas de basquet (las de D Rose). A esto hay que sumarle la lapicera en la oreja y la libretita de Bob Esponja para tomar notas. Un esperpento.

Apenas entramos vimos cómo se nos acercaba un tipo, bastante grandote y pensamos que iban a aplicar el derecho de admisión. Pero no, resultó ser Nicolás Kerekes, un copado que nos conocía del facebook. Nos saludó, hablamos un ratito y nos terminó recomendando el chucrut gratinado, que según él, era lo más rico del lugar.

Dato fundamental: si estás comiendo en Club Hungária, alguien te toca el hombro y te dice que le parece que andás con las kerekes medias desinfladas, es momento de prestar atención. Andate a la estación de servicio más cercana, agarrá el compresor y metele un poco de aire a los neumáticos.

UN SALÓN MUY PITUCO Y UN PANCHO PODEROSO.

El Club Hungária es un club precioso. Apenas uno pasa la puerta del salón se encuentra con elementos, ya sea arquitectónicos o de decoración, que no son usuales en los bodegones que estamos acostumbrados a visitar.

Por ejemplo: hay un piano. Y nos llegaron algunos comentarios de que algunos días es utilizado por un pianista para deleitar a los comensales durante la cena. También hay un hogar con su chimenea impoluta. Muchos escudos de madera. Platos y jarras cerveceras. Y unos bordados, de esos que las abuelas amaban.

La iluminación es muy ténue y complicó bastante para escribir la reseña porque prácticamente nos anulaba 2 de nuestras mejores capacidades: ver y mirar.

De todos modos, el ingenio Antigourmet ayudó para detectar: 6 ventiladores con paleta de madera, un aire acondicionado enorme (modelo lanchón), un biombo de dudosa funcionalidad, percheros, bastante machimbre y dos colores en las paredes: crema y terracota (según JP, que es como una Pantonera viviente).

Estábamos en plena inspección del lugar cuando apareció Belén, nuestra moza. Belén es la hija de Omar Giménez, el señor que posee la concesión del buffet desde hace más de 30 años. Nos contó que según su papá, la historia de cómo llegó a este lugar es bastante corta:

Le preguntaron si quería vender panchos en el Club, dijo que sí y se quedó 36 años.

Es una de las historias de dueños más raras que escuchamos, así que en breve vamos a llamar a Giménez para ver si se explaya un poco más y nos dice, por lo menos, qué carajo le puso a los panchos.

LA CARTA DEL STRESS Y UN MONTÓN DE ¨

Siempre nos dicen que el nuestro es un laburo poco sacrificado. Pocos conocen el grado de tensión y stress que muchas veces soportamos en nuestras salidas antigourmeteras; tal es este caso.

Veníamos con un hambre zarpado. JP (que estaba famélico) ya le había pedido una empanadita para ir calentando y los demás esperábamos la llegada de la carta. Ahora bien, cuando finalmente llegó, casi nos morimos porque encontramos platos tales como:

El picantón: Füstölt virsli savanyú kaposztával.

El certero: Pacalpörkölt galuskával.

Y el polémico: Csirkefilé modrá, besalbelmártás, sonka, borsó, burgonyával.

Olvidate de entender algo. Hay palabras con 95 acentos que te queman el cerebelo y el bulbo raquídeo en el mismo momento al intentar pronunciarlos.

Te pegás el julepe de tu vida, porque pensás que te van a traer los restos del Conde Drácula con Salsa Rosa o alguna cosa así. Pero todo comienza a tener más sentido cuando mirás la hoja de al lado, donde están todos los platos traducidos. Fiuuuuuuuu, flor de megkönnyebbülés para nuestros estómagos.

Le preguntamos a Belén si había alguna entrada para ir picando, y nos dijo que normalmente se pueden pedir: empanadas, tomate al 1/2, ensaladas, fiambre surtido y las famosas figazas fritas (pero que hoy no había). Así que al toque nos decidimos: 4 comensales piden 4 principales; y vamos haciendo un chancho-va de platos.

PRINCIPALES

GOULASH MIXTO CON SPÄTZLE: A ver… podemos decir, sin lugar a dudas, que es uno de los platos más increíbles que este equipo probó en todo su peregrinaje bodegonero. Lo pedimos mixto (vaca y cerdo) y nos volvimos locos al probarlo. El «estofado» es maravilloso, pero mucho mérito también tienen los Spätzle. Esos ñoquicitos se metieron muy profundo en nuestro corazoncito. Te podés comer 100.000 y seguir amándolos. Una verdadera delicia.

LOMO A LA BUDAPEST: son dos preciosas piezas de lomo. Román lo pidió a punto y vino a punto. Pero lo genial es la salsita: está hecha con panceta ahumada y chorizo húngaro. La cantidad de pan que gastamos para bajarla fue descomunal. Las papas rejillas estaban buenas, pero la salsa se lleva todos los laureles.

CORDERO A LA TRANSILVANIA: son un montón de trozos de cordero guisados, acompañados de los… increíbles Spätzle. Como ya dijimos, todo mejora si tiene estos cositos. Por ejemplo, si a una pastafrola se la acompaña con Spätzle queda 99% mejorada. Con lo bueno que está el plato no te va a importar un carajo si aparece Drácula. Es más, seguro lo terminás invitando a sentarse en la mesa y que se coma un cachito de cordero.

CHUCRUT GRATINADO CON CARNE DE CERDO: fue el plato recomendado por Nico en la entrada y no defraudó en lo más mínimo; el tipo sabe. Al principio dudamos un poco, porque nos parecía que una comida basada en repollo no iba a saciarnos el apetito, pero el platazo nos demostró que estábamos totalmente equivocados. El Rakott káposzta tiene arroz, carne de cerdo, ajo, panceta, pimentón, vino blanco y verduras. Todo armado en forma de ladrillo para el deleite de los albañiles, maestrosmayoresdeobra y arquitectos. Un manjar.

Los platos giraban como en una calesita sin freno. Todos queríamos probar todo. Así que se pueden imaginar la velocidad con la que el contenido de los mismos desapareció. Hubo un minuto de silencio absoluto, de incredulidad. Son esos momentos donde un Antigourmet se pregunta… ¿por qué carajo comí tan rápido? Pero siempre hay formas de volver a ser feliz: encontramos una panera abandonada en la mesa de al lado. Ponchar los juguitos que quedan de esos estofados es una tarea conmovedora. Si andás medio sensible se te pianta un lagrimón seguro.

Llegó Belén y empezó a levantar el servicio. Pero, además del servicio, otra cosa empezaba a levantar.

ALERTA MÉDICA: LA MENOBODEGÓN.

La temperatura corporal luego de comer un goulash se va a la mierda. Tenemos registros de Antigourmeteros que han llegado a los 65ºEP (entrepierna) y 108ºS (sobacales).

Hay que tomar medidas drásticas para combatir rápidamente lo que se conoce como: Menopausia de Bodegón o Menobodegón. Esta reacción física no tiene nada que ver con el género o sexo de la persona que ingiere el plato. Por ejemplo, nosotros 4 teníamos una menopausia de bodegón que volábamos.

La Menobodegón se caracteriza por: cese de la actividad cerebral, necesidad de bocanadas de aire, ganas de meterse adentro de un freezer y abandono de Rexona (o de cualquier otro desodorante conocido por la humanidad).

Es menester volver a una temperatura normal porque sino corremos el riesgo de:

  1. Desmayar. Cabecear una mesa. Que puede traer aparejado tirar al piso algún plato con salsita y que los demás te muelan a palos por gil.
  2. Pelar. Quedarse en cuero. Algo por demás repudiable porque se sabe que la panza de un Antigourmet no es estéticamente correcta. ****
  3. Alucinar. Sentirse húngaro-descendiente. Y pedir otro goulash para ver si no fue casualidad lo rico que estaba el anterior. En este caso la Menobodegón provoca la muerte en minutos.

Cualquiera de las opciones anteriores es perjudicial para un Antigourmetero (excepto la 3 que ahora que lo pensamos, está bastante buena). Pero la cuestión es que habíamos levantado una temperatura zarpada y para bajarla solamente se nos ocurrió una cosa: seguir comiendo.

Pero no fue tan simple la cosa.

**** Aclaración abdominal: Si tenés abdominales marcados no sos 100% Antigourmet. Seguramente alguna viandita light te clavás entre semana, hacés crossfit o te depilás.

PROBABILÍSTICA ANTIGOURMETERA: LA LEY DE GINO

La carta de postres es muy extensa y como Matías seguía empecinado en leer la carta en húngaro no entendíamos qué carajo era cada cosa. Por suerte esa noche estaba el señor Gino Battiato.

El hermano de Román, cada vez que puede se prende a una salida antigourmetera. Y es pibe, entonces come como lima nueva (nunca entendimos este dicho popular, pero vamos a usarlo hasta el cansancio). Al haber arrancado la facultad, anda con el tema exámenes a flor de piel y tiró un par de data científica para ser utilizada en el bodegón que fue maravillosa.

Cuando uno no sabe qué pedir, porque hay dudas o porque no se entiende lo que dice la carta, se puede recurrir a la LEY DE ELECCIÓN DE GINO BATTIATO, que pide pista para un premio Nobel.

El tipo suele utilizarla cuando tiene exámenes multiple-choice y parece funcionarle. Dice así:

  • Si una pregunta es Verdadera, entonces la que sigue es Verdadera y la que sigue es Falsa.
  • Cuando una de las opciones es «Todas son correctas», matate que todas son correctas.
  • Si no tengo idea de lo que me está preguntando, es Falso. Porque si yo no lo sé, es Falso.
  • Cada tanto, hay que dar un salto de fe y poner un Falso.

Se puede discutir todo el día sobre este modelo matemático probabilístico, pero nosotros decidimos ponerlo en práctica y nos funcionó al pelo. Agarramos el primer postre y lo pedimos. Pegamos un salto de fe, elegimos uno que ni en pedo íbamos a pedir y marchamos al que seguía en la lista. Después buscamos 4 postres que terminaban con la palabra rétes y pedimos uno al azar. Y por último, solicitamos una selva negra, porque decía Selva Negra. Entonces…

LOS POSTRES

STRUDEL DE MANZANA: un 10 rotundo. Menos mal que nosotros evaluamos del 1 al 10, porque sino hay que ponerle un 80.000. Este remolino de sabores es una delicia. Todos los ingredientes estaban riquísimos, pero la bocha de americana arriba nos mató. Vaya, pídalo y sea feliz.

RIGO: en la carta dice algo como «Chocolate con mousse de chocolate bañado en chocolate». Y no le pifiaron en nada. Lo que nosotros conocemos como Chocotorta es un bebé de pecho al lado del Rigo. Necesitás una traqueotomía para que vuelva a entrar aire. Maravilloso.

DOBOS: son un montón de capas de masa, tipo pionono, con crema moka y caramelo. Contiene la cafeína necesaria para mantenerte despierto y atento. Al otro día cuando estés desayunando con un cafecito vas a pensar como Homero: mmmmm Dobos!

SELVA NEGRA: al principio pedimos Huevos Kimbo, pero como no había, marchamos una porción de Schwarzwälder Kirschtorte. Hermosa. Mide 1 metro de alto y tiene gustito a kirsch. En el bizcochuelo le tiran de todo: mermelada de cerezas, nata, crema chantillí, chocolate y una cereza para cerrar.

El equipo Antigourmet no está acostumbrado a pedir «tortas» de postres, así que fue genial haber conocido algunos de los postres típicos de esta colectividad. Nos quedaron un par, pero ya vamos a volver.

CONCLUSIÓN

La comida es perfecta. Ningún plato tuvo menos de 9 en promedio, y eso nunca nos había pasado en los 3 años que llevamos de recorrida. El Goulash es algo indescriptible y los postres sorprendentes. No tenemos idea cómo hubiésemos terminado si comíamos algo más de entrada, pero seguro que con un pico de Menobodegón zarpado.

No a la negatividad. Como decimos siempre, nosotros preferimos ir y después recomendar, antes que leer algún comentario negativo y entrar a dudar. Hay que agarrar el auto, el bondi, la moto o la patineta y hacerse una escapada hasta Olivos.

¡Vaya con reserva! La mayoría de los días el Club Hungária está lleno. Así que si no querés quedarte sin mesa, podés llamar a a partir de las 17:30 y te quedás pancho.

El salón es hermoso, muy bien cuidado. Como verán en las fotos, la luz es bajita (comparada con los tubos fluorescentes que solemos frecuentar). No hay bullicio, aunque está lleno de familias y el ambiente es tan cálido que sentís como si afuera estuviese nevando y vos muriéndote de calor adentro.

La atención de Belén fue muy buena. La matamos a preguntas y, aunque tenía el salón lleno, siempre se tomó un ratito para contarnos algo de la historia y de los platos. Ojo, con un mozo más, seguro que el servicio mejoraría en su velocidad. Pero como nos enseñaron los abuelos: el que sabe comer, sabe esperar.

Conocer la comida de esta colectividad es fundamental. Gracias a toda la gente de Club Hungária por habernos recibido y alimentarnos tan bien.

Y por último, recuerden que:

KÉRJUZ, AZ ÉTTEREMBEN NE DOHÁNYOZZON!

Que significa: «No se puede fumar en el salón loco. Qué la falshea? No me compliques el mambo, ameo»; en húngaro, por supuesto.

¡Salud!