LA OLISSS ESTÁ AFILADA

«Tienen que ir al Viejo Tucho. El asado es espectacular.»

No hay muchos lugares donde sirvan un buen asado y es una de las cosas que más extrañamos de nuestro querido Junín. Por eso, cuando la OLISSS (Oficina de Lugares para Ir Si o Si Señores) recibió este datazo, no nos quedó otra alternativa que salir de raje a corroborarlo.

Y acá estamos, contándole a toda la comunidad Antigourmetera, sobre esta linda parrilla en el Partido de 3 de Febrero*.

Fuimos 3 de 5.
El Dr. Pait estaba complicado con el laburo y Facundo de viaje. Así que metimos una incorporación de lujo: Agustin Maggi.

Agustín, más conocido como «El Puré», es otro juninense que vive por los pagos capitalinos. Labura en el Churruca, es integrante de un grupo de improvisación que la rompe toda (Los Abeles Impro) y un aplomado jugador de básquet.

Cuando le dijimos si se prendía a comer con nosotros, no lo dudó ni un segundo. La macana fue cuando ya estábamos en viaje y le dijimos que era una parrilla.

«Qué macana. Soy vegetariano.» – nos sacudió el tipo.

¿Cómo carajo se nos ocurre invitar un vegetariano a una parrilla?

La falta de sentido común de este equipo a veces es preocupante, pero bueno, son cosas que pasan.

«Olvidate. Seguro que algo tienen.» – le contestó Román, sin tener chequeada en lo más mínimo esta información. El Puré hizo un gesto de «vos dale que yo me arreglo» y hacia la parri fuimos.

Salimos rumbo a Saenz Peña (también podríamos habernos tomado el San Martín y nos bajábamos en la estación Saenz Peña que nos dejaba en frente). Lo de Tucho queda cruzando la General Paz a la altura de Devoto.

Llegamos y encontramos un lugar para estacionar al toque. El problema fue que el Puré abrió la puerta y no vió un cilindro de hierro que asomaba en la vereda.

«Román, yo te pago el sacabollo», fue su primera reacción y todavía no se había bajado. Alta piña se comió la puerta.

Hicimos unos metros caminando y nos topamos con la tremenda esquina del Viejo Tucho. Para nuestra sorpresa, estaba lleno el lugar. Esto lo decimos porque normalmente los miércoles (que son los días que salimos) no suele haber tanta gente.

Menos mal que Román había reservado mesa.

ALGUIEN ESTÁ PENSANDO EN LOS NIÑOS

Si los guionistas de Los Simpsons llegan a conocer al Viejo Tucho, la pregunta quedaría respondida.

A los 2 minutos de llegar, Matías ya estaba enloquecido.
La pregunta obligada es… ¿por qué?

Bueno, no hace falta mucho para que enloquezca, pero se puso feliz de la vida cuando descubrió… EL PELOTERO.

¡Olvidate! Llegó la evolución: el Parripelotero.
Lástima que no dejan entrar a los mayores, porque sino nos clavábamos una bondiola mientras nos surtíamos a pelotazos.

Si tenés pibes (o tenés un Matías en tu grupo de amigos) el Viejo Tucho es tu lugar en el mundo. Gran pelotero con subidas, bajadas, pasadizos y cientos de pelotas de colores.

Para colmo, tienen un televisor con una cámara a través de la cuál podés ver el pelotero. Por lo tanto, si tu pibe está descontrolado o está siendo ahorcado por otro, podés salir corriendo y controlar la situación.

A Matías le dijimos que por favor venga a la mesa y después lo íbamos a dejar jugar un ratito. A regañadientes lo logramos mientras hacía una especie de puchero, pero se tranquilizó del todo cuando llegó la recepción.

PRECALENTAMIENTO

Apenas nos acomodamos, llegó Mónica. Ua moza muy amable que nos dio la bienvenida mientras dejaba en la mesa: berenjenas, empanaditas y la panera (con masa de pizza incluida).

Si. Todo eso.

Un lindo platito de berenjenas con masa de pizza calentita, es una forma maravillosa de activar el aparato masticatorio; según el Manual Kapelusz de Anatomía Antigourmet.

Al toque se nos pusieron al rojo vivo todas las partes de la boca: labios, pera, agujero de la pera (no todos lo tienen), lengua, glándulas, paladares, dientes, carretilla y cachetes.

En el mundo Antigourmet siempre hablamos de paladares, en plural. El «paladar duro» que sirve para encerrar el plato principal y el blando para albergar postres y fluidos. Ambos son indispensables para una correcta destrucción bodegonera.

Nos sorprendieron gratamente las empaditas de pollo, pero nos dijo Mónica que salen de cualquier tipo. Depende el día pueden contener otro relleno.

Gran inicio.
Mientras llegan los platos, sigamos chusmeando.

EL SALÓN Y LA OBSERVACIÓN MINUCIOSA ANTIGOURMET

En el interior hay lugar para 80 y pico personas. Y afuera, bajo techito de lona, hay espacio para 60 más.

Los mozos tienen un ida y vuelta espectacular. Y siempre es un buen momento para prestarles atención al morfi que van llevando.

Así se aprende mucho sobre guarniciones, entradas preferidas de los comensales, tamaños y si sos medio demente, hasta podés correr atrás de un mozo y olfatearle el plato mientras camina.

Vimos pasar muchos braseritos con la parrillada de la casa, revueltos gramajos, tortillas y varias pizzas (que nos quedamos con ganas de probar, porque la masa de la panera era una belleza).

El lugar, como dijimos, estaba lleno. Y lo lindo, es el ambiente familiar. Vimos grupos de amigos de todas las edades, parejas (con y sin pibes), familias enteras, un cumpleaños y 3 mesas de amigas parrilleras que se pidieron el braserito.

La esquina está re bien puesta. Antes había un restaurante que se llamaba Costa Verde y se aprovechó mucho el fondo de comercio.

Carteles con los nombres de las calles (Ameghino y Avda. América) del lado de adentro,

Mesas de madera, individuales de papel, persianas pesadísimas, puertas de 3 metros, ladrillos a la vista, un hermoso cartel de Hesperidina y otro de Toddy sumamente gastado.

Tres ventiladores se entrelazan con 20 potentes focos que le dan al lugar una iluminación contundente. Nada de trampas acá.

Al fondo, una barra mediana con una heladera exhibidora (abarrotada de vinos) sirve de plataforma de despegue para todos los pedidos, incluyendo los deliverys.

Un televisor mostraba el canal Quiero, con videos musicales geniales, pero tenía pegado el cartel de «TV sin sonido». Gran contradicción que nos gustó mucho.

Donde estábamos nosotros sentados, había una columna de EDENOR. Con medidores, térmicas, disyuntores, carteles con riesgo de voltaje, caños y cables por todos lados.

Pero… ¡todo del lado de adentro! Es como el Pompidou, pero al revés. Después nos contaron que estaban terminando la nueva instalación eléctrica, así que en unos días ya va a estar todo tapado. Grosos.

Una mulita embalsamada arriba de unos vinos fue lo único que nos descolocó, pero para ese momento nada importaba, porque estaba llegando el morfi.

PLATOS PRINCIPALES

Mónica nos trajo chimi, criolla y quesito rallado para las pastas.
Y al toque llegó con el pedido.

PROVOLETA VIEJO TUCHO: La provo viene de un diámetro precioso, con jamón, morrón y tomate. El vegetariano corrió el jamón y se la manducó sin ningún problema. Todos le pusimos un 9,5.

Matías se quemó hasta la pituitaria. Le quiso acomodar el plato a JP para que le saque una foto y no se dio cuenta que estaba a 900ºC. Ojo con eso.

ASADO: Viene una tira de 50 cm, en una tablita larguísima. Muy sabrosa y 100% aprovechable. No es esa tira banderita que terminás descartando la mitad porque es incomible. Nada de grasa. Muy buena elección.

BIFE DE CHORIZO: La grasita del bife era para envolverla y llevársela a la dueña del lugar donde sirvieron la empanada en frasco. Así entiende un poco más acerca de la gastronomía argentina.

Un lindo bife, de unos 500 gramos, que llegó a punto, tal y como lo marchamos. Era tierno, pero con gusto a carne. Se notaba que no era de feedlot y eso para los del interior suma bastante.

TALLARINES CON SALSA MIXTA: El Puré se pidió unas pastas y pensamos que estaba bueno porque podíamos probar otra cosa, además de la parrilla. Bueno… nos salió el tiro por la culata.

El vegetariano, además de estar en contra del consumo de carne, parece que también está en contra de compartir. Se lo liquidó solo. Y eso que era un plato enorme.

«Pensé que ustedes tenían libre acceso al plato o me iban a pedir» – tiró el desalmado, mientras le pasaba el pancito a la última gota de la salsa. En fin, se ve que estaba rico.

PAPAS FRITAS A LA PROVENZAL Y ENSALADA MIXTA: pedimos esas dos guarniciones. Las papas bien caseras y con una provenzal anticoito de aquellas. El dato importante acá, es el precio: están entre $35 y $40 las guarniciones.

VENÍ EDUARDO, SENTATE

Estábamos terminando la tercera birra ($75) cuando apareció el dueño del lugar para saludarnos y ver si estaba todo en orden. Ahí fue cuando Matías aprovechó para irse al pelotero y los demás nos quedamos charlando con él para conocer su historia.

Resulta que Tucho era el papá de Eduardo. Un uruguayo, de Nueva Palmira, que le enseñó que todo lo que soñara se lo tenía que ganar trabajando. Eduardo, que ahora tiene 55 pirulos, laburaba de pendejo en una imprenta de diarios y salía a eso de las 17 hs.

Cuando llegaba a su casa, el papá lo estaba esperando para laburar en las quintas. Así se forjó el espíritu de este tipo que llegó hace un montón de años a nuestro país.

«Estoy haciendo la instalación eléctrica nueva, y me quedo acá toda la noche así los tipos la terminan rápido» – nos contó, y nosotros imaginamos que amanece en el local.

Antes la parrilla estaba en Belgrano, pero hace relativamente poco se mudó a Saenz Peña y Eduardo está maravillado con los vecinos.

«Estoy muy contento. El lugar funciona re bien. Pero es una gran responsabilidad. Somos muchas familias que dependemos del lugar. No le quiero fallar a nadie. Por eso, si nos equivocamos, pedimos disculpas, pero nunca te vamos a dejar ir mal.»

Y se nota, porque el lugar estaba lleno de gente del barrio.

EL BRINDIS

Mónica, se dio cuenta que teníamos para largo con la charla y se trajo de regalo un champucito.

«Los dejo tomar el champagne tranquilos» – dijo Eduardo.
«Vos quedate acá, que te merecés esto» – le contestó la gran moza.

Que una empleada tenga estos gestos por su patrón, habla muy bien de todos. Por cosas tan simples como estas es que el Antigourmet sigue maravillado con los lugares sencillos.

Y al mismo tiempo, el otro mozo llamado Antonio, pasaba por nuestra mesa gritando:

«Cierren los ojos chicos, Mónica es un peligro con los corchos.» – un genio.

Brindamos con Eduardo, agradeciéndole por su tiempo, su comida, su amabilidad, su pasión por el laburo y su pelotero.

CONCLUSIÓN

Una parrilla para tener muy presente en el mapa.

Bien puesta, con mucho espacio, buena mercadería, con otras opciones (pizza y pastas), ambiente familiar, buena ubicación, buena onda y excelentes precios.

Con $200 podés sentarte a comer tranqui, y con $250 te pegás una antigourmeteada hermosa. El asado está $180, el bife $140 y $320 la parrillada para 2 personas.

La recepción es de las mejores que hemos tenido últimamente, porque es una mini-entradita directamente. Si le agregan mantequita, se convierte en el Hilton del Antigourmetismo.

Al mediodía hay menú ejecutivo por $120 (bebida y café) con churrasquito al verdeo y un montón de otras opciones.

Pero lo principal, es que la gente que atiende es de primera. Nos fuimos de Saenz Peña conociendo nuevos amigos y con ganas de volver pronto.

«Vuelvan cuando quieran chicos. El de ustedes es un lindo trabajo. Cuando necesiten un extra me llaman» – nos dijo Eduardo mientras nos despedía.

Quedate tranqui Eduardo, que vas a tener muy pronto a un montón de Antigourmeteros visitando tu parrilla.

Gracias a El Viejo Tucho y todos los que laburan ahí.
Un gustazo conocerlos.
Salud!

DEDICATORIA

La reseña va dedicada a Nicolás Gitel, que siempre nos dice:

Ustedes no cruzan la General Paz. Cagones.

Seguramente el tipo ahora diga:

Son unos hdp, la cruzaron por 2 cuadras (o alguna pelotudez de ese estilo).

Por eso, les dejamos otra reseña de la web, donde explicamos cómo es nuestro sistema de selección de lugares, así nadie se queda con la duda:

http://antigourmettmp.com.ar/club-hungaria/

Para vos, Gitel.
Ya vamos a ir para Lomas.