Uno de los lugares que más nos recomendaron y no podíamos saltearnos. Es un lugar chiquito, atestado de gente, con 3 barritas adentro y unas cuantas mesas afuera para comer de parado. Ahí estuvimos nosostros.
Interesante la barra porque abajo tenía lugar para poner las mochilas y más abajo el tacho de basura. Si hubiese tenido un moisés y un papagayo Matías alquila y se muda acá con todas las necesidades básicas satisfechas.
Te llevás un vaso de birra tirada y un platito con algunas de estas cositas: chorizo colorado, papas fritas, croquetas de sesina, albóndigas, mayonesa de ave, tortilla, buñuelos de atún y rabas.
Todo muy rico y muy fresco, pero no es super abundante la tapa.
Es como para tomarse 3 cañitas y recién ahí te podés quedar tranqui. Lindo lugar, pero teníamos que seguir a la Torre (- 1,9 km.)