CUESTIONES DE GEOLOCALIZACIÓN

En una de nuestras usuales revisiones de la página notamos que estábamos “flacos” (irónico, no?) en la parte oeste del mapa. Así que Román emprendió un exhaustivo trabajo de investigación online que nos permitió encontrar varios bodegones y cantinas por la zona. Y así fue como entre mails, llamados y palomas mensajeras nos topamos con “El Viejo Bodegón”. Esquina de Av. Gaona y Av. Segurola, el grupo se trasladó hasta Villa Luro (o Floresta, hay debates encarnizados al respecto) para testear y obviamente reseñar lo que este bodegón tenía para ofrecernos.

EL LUGAR

El Viejo Bodegón es, como dijimos, una esquina y tiene un montón de lugar para que la gente vaya a morfar. Hay mesas cuadradas y redondas, todas con manteles, servilleras, copas y demás elementos que para nosotros son al mismo tiempo bienvenidos y prescindibles.

Está la sospecha de que los dueños tienen algún tipo de acuerdo con una o varias bodegas. Es la única forma que nos explicamos cómo es posible que tengan barriles de maderas y barricas por todos lados. Y todos lados es todos lados. En las paredes como estanterías con … sí, botellas de vino adentro. Arriba de la barra, como mini bodega con … botellas de vino.

Y el principal, al lado de la puerta y relleno de … no, no es botellas de vino (al final resulta que todos nuestros lectores son mamados en potencia!); relleno de maní con cáscara para que uno se entretenga cual niño cuando te toca esperar mesa (cosa que suele suceder, sobre todo en fechas festivas, como días de la madre).

Como siempre resaltamos, hay pizarrón fileteado con los platos recomendados por el lugar, entre los que figuraban gambas al ajillo, calamaretes fritos, lomo con crema de hongos y crocante de manzana, entre otros. Todo eso sazonado con un chillón de ristras de ajos que cuelgan de gancho que les quede a mano.

Como el bodegón suele recibir familias que van a almorzar y o cenar, tiene un salón de juegos. Lo curioso del salón en sí es que en una de las paredes tiene una foto de un tigre blanco de bengala igualito al que se comió al indio y se viralizó por youtube (lo podés ver acá si te interesa https://www.youtube.com/watch?v=re_kfgWjfDo ). Así que imagínense el cagazo que te agarrás cuando mandás a los pibes a jugar un rato al pelotero y lo tenés al felino relojeandolos desde arriba. Si incluso también hay dos pandas por ahí atrás que miran para otro lado, con una cara de miedo que casi te dan ganas de que ya estén extintos. No me gustaría trabajar de panda al lado del tigre. Deben pagar una fortuna a la ART.

Otro detalle es el que nos acercó Maxi, nuestro catador de baños, es que parece ser que el de El Viejo Bodegón es una pasarela al mejor estilo Zoolander de mingitorios, puestos uno al lado del otro, cual galería romana.

LECCIONES DE HISTORIA DE LA MANO DEL LIC. RODRIGO

Al llegar nos atendió Rodrigo, que nos tuvo con unas idas y vueltas respecto a la posibilidad de sacar fotos hasta que se pudo comunicar con el dueño (futbolista amateur que en ese momento estaba en un importante cotejo), quien nos dio el ok.

El mismo Rodrigo nos contó que en un comienzo la esquina era una cervecería, que devino en billar, para luego convertirse en una pizzería con el problema de que la gente quería fumar, por lo que habilitaron la terraza, hasta que hace doce años lo agarraron los dueños y lo convirtieron en “El Viejo Bodegón” (el nombre lo tenía de antes, según nos contaron).

También nos dijo que los fines de semana, sobre todo a la noche, el lugar explota de gente, por lo que conviene hacer reservas. Y lo mismo los domingos al mediodía (de ahí suponemos la presencia del barril con maní).

LOS PLATOS

Antes de pasar a nuestra usual descripción, hay que avisar que la carta es un bibliorato gigante con una parva de opciones para comer. Así que señora, señor, vaya con paciencia, tiempo y hambre. Porque hay pa’ todos los gustos.

 

ENTRADAS

Rabas: se ha convertido en un clásico antigourmet. No sabemos bien por qué, pero pareciera que el equipo entendió que para arrancar la cena hay que entrarle a unas rabas. Y en El Viejo Bodegón te sirven un montón. El plato muy abundante, para compartir sin drama y sin riesgo de miradas desconfiadas (no nos gusta llegar al momento en que queda una y la gente se abalanza para comerla). El Antigourmet no tiene esa fingida vergüenza de comerse la última porción de lo que sea que quede en el plato. Acá es alpiste, perdiste.

Vittel Thoné: Sí, nosotros lo escribimos así (a veces, otras veces no). El tema de esta comida es jodido. Pasa que todos tenemos impresos en nuestra memoria degustativa (pah, qué término metí) el que nos cocina nuestra madre, abuela, tía Porota o quien sea, para las fiestas, juntadas, comidas familiares, etc. Así que cuando el que testeamos no es idéntico a ese que tenemos incorporados (y esto es básicamente siempre porque, bueno, somos 6), empiezan los problemas. La conclusión en este caso es que la salsa estaba “demasiado suavecita” y le faltaban anchoas. Pero como quizás a alguno de los que está leyendo esto le gusta la salsa “demasiado suavecita” y con poca anchoa, pídalo y sáquese la duda.

Provoleta: Ehhhhh, es una provoleta!!! Qué más se puede decir! Ah, sí, estaba rica.

 

PRINCIPALES

Lasagna Rellena Gigante: Viene en un fuentón y es … gigante. Según la descripción de nuestras libretas, tenía carne, queso, ricota, queso otra vez y verdura. Sólo Dios sabe por qué pusimos la doble ración de queso. Alta puntuación para una lasagna. Y se lo merece. Insistimos, es un fuentón, así que pedila sí y sólo sí vas acompañado de varios energúmenos con hambre y buena predisposición para morfar.

Ravioles negros de salmón rosado a la crema de camarones: No estamos muy seguros cómo llegó el plato a la mesa, pero le entramos de todos modos. Es un plato para uno / dos si vas con tu novia, con una buena salsa de camarones que combinan genial con el relleno de los ravioles. Metele nomás.

Bife Especial Napolitano: La figura de la noche, the star of the night, un despelote de comida. Es gigante (más que la Lasagna) y viene más o menos así: bife de chorizo, con jamón, muzzarella, berenjenas, tiritas de morrón, salsa “italiana” (un poco picante, pero no demasiado) y una barbaridad de papas españolas. Hay controversias respecto de lo que pasó después. Porque Rodrigo se jactó de que estaba tan tierno que lo podía cortar con la cuchara, cosa que efectivamente hizo. Varios de la mesa nos quedamos con la boca abierta como nene en juguetería. Pero algunos escépticos argumentan que la cuchara que usó estaba más afilada que la de Leon-O de los Thundercats. Cuando lo probás, está recontra bueno y tierno, por lo que el corte cucharil sería factible. Pero todavía hay dudas. Les pedimos un favor. Si van y lo piden, desafíen a Rodrigo a que lo corte con la cuchara de la mesa. A ver si es tan piola. Si son cuatro, marchen uno. Le pusimos un diez. Say no more!

 

POSTRES

La realidad es que la parte de los postres está medio confusa para este reportero/reseñador (o reseñista). Y en la misma situación está el resto del equipo. Pero estamos seguros de que pedimos unas peras al malbec (venían fileteadas, decoradas, bastante gourmet, pero ricas), un flan mixto, un panqueque de dulce de leche y creemos que en la mesa apareció algún helado (o eso parece según el fiel registro fotográfico). Pero sí recordamos que todos fueron acordes a la calidad de los platos que veníamos comiendo.

 

CONCLUSIÓN

El Viejo Bodegón, si bien no es tan viejo, se ha ganado un lugar entre la gente de la zona que suele inundar el salón y comer a reventar. Es una muy buena opción para ir con la familia o un grupo grande de amigos/as. La atención es genial, rápida y los mozos saben de lo que están hablando cuando recomiendan un plato. Darse una vuelta por Villa Luro (Floresta) y no hacer una parada ahí es sacrilegio. Vayan y después cuéntennos. ¡Salud!

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