Recorrer cantinas de clubes es uno de los planes preferidos de un Antigourmet. Se debe a dos motivos principales: en primer término, porque es prácticamente imposible que un lugar por el que todos los días pasan cientos de deportistas y pseudo-deportistas con más hambre que el Chavo del 8, se mantenga si la comida no es buena; y en segundo término, porque siempre está la adrenalina de que surja un desafío y se arme un partido de bochas ahí nomás, entre la tortilla a la española y la napolitana con puré de papas.
EL LUGAR
Se suben unas escaleritas, aparece una puerta doble hoja y cuando uno las atraviesa se encuentra con el acceso al Gimnasio. Te vas a topar con vitrinas que almacenan un sinfín de trofeos y premios del Club. Abundan cuadros con camisetas, en un salón que permite alojar a Alí Babá y sus 40 ladrones, cada uno de ellos con su esposa e hijos.
Te recomendamos reservar porque el lugar es muy concurrido y nadie se levanta de su mesa. Te avisamos porque si sos uno de los 40 ladrones, y pensás que alguien te va a dejar el lugar diciendo: “Dale, gato, arrebatá de esa mesa, guachín”, estás muy equivocado.
El equipo llegó al Club Gimnasio Chacabuco y al instante se dio cuenta que estaba en el sitio indicado para una gran noche antigourmet. Poca decoración, percheros, soda de sifón, panera de plástico, cocina a la vista, tres ventiladores industriales para el verano y unas 480.000 botellas de vino arriba de la barra.
Nosotros éramos 9 comensales y enseguida nos acomodaron en una mesa redonda del tamaño que utilizaba el Rey Arturo (con Lancelot sentado y todo).
PARA TODA LA FAMILIA
El lugar ofrece un impecable complemento entre la esencia del club de barrio y una cantina apta para toda la familia.
– Esto un SUM, dijo el especialista en queso y dulce.
Hay parejas, grupos de amigas, banda de pibes, familias y alguna que otra niña de menos de 20 que presenta el noviecito a sus padres (y el padre lo mira mal toda la noche). Si sos una abuela podes llevar a tus nietos. Podes ir con los vagos del fútbol de los jueves. Incluso con la minita que empezaste a salir hace unos meses y no tenés plata para llevarla al restaurante de Puerto Madero (ese que te sirve un concasse de avellanas sobre colchón de verdes, acompañado de unas papas hervidas en caldo de azafrán y prensadas con material quirúrgico hasta formar una textura homogénea -más conocido como puré-).
Aclaración: si estabas pensando en llevar una mina a esos lugares, no entendemos qué haces leyendo esta página, pero de todos modos, si este es el comienzo de un camino de purificación sos más que bienvenido.
LA CARTA, LOS VINOS Y EL PRIMER MILAGRO
La carta es enorme, no vas saber por dónde arrancar a leer. Cuando el mozo te la trae, dudás si es la carta o si te alcanza la guía de teléfono para llamar al SAME ante una emergencia gastronómica. Lo bueno es que siempre hay un amigo que te bate la posta con las especialidades y te olvidás de este problema.
Según afirmaron los especialistas en vinos del equipo, se atesoran buenos ejemplares detrás y sobre la barra (si no nos creen, vean en la foto la cantidad de botellas desfilando al mejor estilo Roberto Giordano). La cerveza es de litro, pero calculamos que podes pedir una de dos litros, tres litros, un barril o un tanque australiano y te lo traen al toque. Acá lo pedís y lo tenés.
Y aquí tenemos la aparición del primer milagro:
HAY GASEOSA GRANDE.
Vimos padres llorar al enterarse de esto. Todos sabemos que una botella de vidrio de 1.250 cm3 implica un ahorro fundamental para la economía familiar. Gracias por existir, coca de litro.
Antes de arrancar con la enumeración de las barbaridades degustadas, hay que mencionar que esa noche tuvimos la presencia en nuestra querida mesa de Nacho, un compañero vegetariano (demostrando que podes odiar la carne, pero si te comés tres kilos de papas fritas, una tortilla de acelga y un plato de ravioles tamaño balde, sos un antigourmetero de ley, sin lugar a dudas).
ENTRADAS
Tortilla a la española: nos llegó la recomendación de este plato vía twitter, facebook, mail, web, paloma mensajera y, por supuesto, a través de los mozos.
Una vez que le dimos el visto bueno para que traiga un par, notamos que el tipo sacó una faja de atrás de una cortina, se la puso en la cintura, la ajustó bien y nos dijo: “ya vuelvo gente”. Con la intriga a flor de piel, un antigourmetero se escabulló detrás del hombre, esquivó la barra, gambeteó a un bachero, cruzó la cocina y encontró una puerta trasera secreta.
Al traspasarla vio algo increíble: los mozos tienen un gimnasio atrás de la cantina y en todas las máquinas, en lugar de pesas, usan tortillas. Había uno con mancuernas de tortilla española, metiendo tres series de bíceps. Otro que hacía pecho con 40 kilos (dos tortillas de cada lado de la barra). Todos los carteles de información nutricional tenían datos tortillescos y la rueda de la bici fija cada vez que daba una vuelta revoleaba pedazos de papa como la ametralladora de Rambo. Un peligro total.
Las tortillas… TREMENDAS. Pero no sólo vamos a destacar el tamaño, sino que de gusto también estaban sensacionales, con abundante papa y cebolla. “Babe, babe, babe, uuuuu”, como diría Justin Bieber. Son realmente muy buenas y para compartir (con todas las mesas que te rodean). La única crítica que tuvo el especialista en la materia fue que en lugar de chorizo colorado, tenía longaniza. Pero estaba tan rica que fue abucheado por toda la mesa. De las mejores que este equipo supo testear.
Tortilla anti-franquista: A pedido de Nacho, pedimos otra tortilla española pero sin longanizas. Estaba igual de buena. Mismo tamaño, mismo peso, mismas cantidades exageradas de cosas. Sin longaniza.
Jamón crudo con rusa: podemos decir dos cosas de esta entrada. La cantidad de jamón crudo estuvo más que bien, y el gusto era impecable. Cuando te comés una feta y la sal no te produce un pico de presión, quiere decir que el crudo es bueno. Pero trajeron crudo para 10 y rusa para 2. Ahí le pifiaron. Más allá de eso, los afortunados que la pudieron probar dijeron que estaba muy bien de sabor.
Lengua a la vinagreta: para completar la entrada, como todos los antigourmeteros somos adoradores del ajo, pedimos este plato. Magnífico el gusto y la cantidad. ¡Pero atento! Si vas con tu pareja no le hables en toda la velada. No le pijotean Allium sativum en lo más mínimo. Pero ojo al piojo, si bien el exceso de ajo es algo que se puede criticar, es excelente si hay un ataque de vampiros mientras estás comiendo. El yin y el yang vistessss.
EL SEGUNDO MILAGRO Y EL ENTRETENIMIENTO
Es costumbre del Antigourmet ponerse a charlar con los mozos. Un poco para conocer la historia del lugar, algo de su vida personal, y también para que nos recomienden lo mejor de la cocina. Lo que la gente pide, lo que gusta, lo que más sale.
En este caso, Adrián, nos comentó que la especialidad de la casa era la lasagna. Habíamos visto pasar un par de fuentes de barro erupcionando a troche y moche, y más de uno le había echado el ojo (incluso se trató de sobornar a un mozo para que deje hacer una ponchadita a la pasada, sin suerte).
Es para compartir, pero cuidado, porque dice que es para cuatro, pero comen cinco o seis. Obviamente pedimos una y ahí fue cuando Adrián nos avisó que se prepara todo en el momento, y que íbamos a tener una demora de 50 minutos. ¡Pánico!
La cara de tristeza y desesperación de cada uno de los comensales fue elocuente. Nadie en su sano juicio puede esperar 50 minutos una comida. Nos agarrábamos la cabeza y no podíamos entender cómo se nos había pasado ese dato.
Pero cuando parecía que ya no había esperanzas, ocurrió el segundo milagro.
Juan, en un acto que será recordado como una de las ideas más brillantes en la historia de este equipo, dijo con voz firme: “Mozo, traé algo para entretenernos”.
¡Pero más vale! Aplausos generalizados y todos a leer la carta de nuevo. Le dijimos a Adrián que vaya marchando la lasagna y en el interín nos entretuvimos con una cantidad impresionante de comida. Ese día, sin querer, inventamos una nueva estructura gastronómica: entrada – plato de entretenimiento – plato principal – postre.
PLATOS DE ENTRETENIMIENTO
Papas fritas a la provenzal: otra vez el comensal vegetariano metió mano y dijo que tenía ganas de comer esto. Y el Antigourmet es sensible a los caprichos de la gente. ¡Paaaapito! Cuando vino la fuente con una provenzal casera y recién hecha, más de uno se agarró la cabeza pensando “hoy duermo solo, no hay chance”.
El ajo que cargaba! Si llevás un pedazo de esos a la cancha te lo hacen dejar en la puerta por considerarlo elemento contundente. Le podés sacar un ojo a alguien si se lo revoleás. Hubo momentos en que confundíamos los ajos con las papas. Estaban de re chupete, pero… el ajo… ¡mamadera!
Matambre a la pizza con puré de papas: La porción es para uno, y si tenés demasiado hambre, vas a tener que pedirte algo más. No obstante, todo es muy fresco y gustoso. Bien preparado, y mucho esmero en la presentación. El puré acompaña correctamente. No es un Sr. Puré con manteca, pero es un más que digno puré de papas.
Costillitas de cerdo a la riojana: hubo acuerdo generalizado de que eran excelentes. Insistimos con el tema del tamaño de las porciones. Son correctas, ni exageradas, ni abundantes. Trae dos costillitas, y cumple con todos los requisitos para ser considerada de La Rioja (la comunidad autónoma española, no la tierra del Pelado Díaz). Lo recomendamos, sin dudas.
Ravioles a la Freddo: cuando leés lo que tiene te emocionás. Ravioles con masa de espinaca, rellenos de albahaca, muzzarella y parmesano. El especialista en pastas concluyó que la masa, el relleno y la salsa estaban muy bien. Nacho coincidió agregando que eran livianos. Pero después hubo un par de intercambios en la mesa, por lo que al parecer era un problema de maridaje. El relleno y la salsa no pegaban demasiado. Por ahí esos ravioles con otra salsa le subían el puntaje. O por ahí pueden traer la salsa en una compotera y te la comés ponchando el pancito. Esa sería buena idea también. Probalos vos y sacá tus propias conclusiones.
Milanesa de cerdo a la margarita: para cuando llegó el momento de testear esto, algunos se encontraban cabeceando la mesa y otros solicitando un tubo de oxígeno. Así que no hay mucha info al respecto más que el puntaje. Gustó mucho, pero nadie podía hablar.
EL INTERVALO
Culminando con la “etapa de entretenimiento”, sobrevino una espera de más de 30 minutos. Que fue agradecida por todos y cada uno de los comensales. Afortunadamente no la apuraron a la lasagna, porque nos hubiese resultado imposible mirarla, mirá lo que te digo. Pero claro, a los 20 minutos, el aparato digestivo se había relajado y estábamos listos para la ola final.
PLATO PRINCIPAL
Lasagna en horno de barro: el Leviatán de las lasagnas. Gigante, todo casero, burbujeando queso derretido que explotaba como un géiser de Islandia. Alcanzó para que todos, excepto el Nachito, probáramos una buena porción.
Como era de esperarse, generó polémica.
A algunos de los antigourmeteros les pareció que estaba un poco agria. Se debatió largo rato si eso era cierto, a qué se debía (si era la carne picada, o el queso, o la ricota, o todo junto, son tantos los ingredientes que cuesta saber) y, obviamente, no hubo acuerdo.
Tan acalorada se volvió la discusión que se temió por la integridad física de uno que dijo “yo a la lasagna la re banco” mientras otro le decía “comerse esa lasagna es la hazaña” y le revoleó una panera por la cabeza que impactó contra la vitrina de atrás. Por suerte, no pasó a mayores.
Más allá de eso, hay que darle la oportunidad. Es la especialidad de la casa, todos la piden y nadie se queja. Quizás el equipo tuvo mala fortuna ese día. Puede pasar. Ahora bien, no dejamos nada de nada.
Recomendación al margen: no hay mejor experiencia que rascar el fondo de la olla de barro con el cuchillo, cual arqueólogo culinario en busca del eslabón perdido de la pasta. Primer mundo.
POSTRES
Don Pedro: correcto, con una considerable cantidad de whisky, pero sin emborrachar al helado. Bien preparado, muy recomendable si te gusta ese postre.
Queso y Dulce: la foto da cuenta del tamaño. El queso estaba prácticamente desmayado sobre el dulce. Fresco y Batata, buena calidad, buen sabor, generosa cantidad. El especialista se fue contento a dormir con la panza llena.
Perrone: es un vaso con dulce de leche en el fondo, una bocha de helado de americana, bañado en chocolate y con nueces. Sinceramente conmovedor y refrescante después de semejante noche. Tuvo una aceptación general y es uno de los puntos fuertes del lugar.
Flan mixto: especial consideración para el dulce de leche. Bien casero y una buena cucharada. El flan medio chico, pero después de todo lo que habíamos comido nadie dijo más nada.
CONCLUSIÓN
Un club es un club. Tiene otra mística. Como el ambiente es tan heterogéneo es prácticamente imposible que la pases mal. Y Club Gimnasio Chacabuco cumple con todas las relgas para que así sea. Una tortilla milenaria, platos de gran calidad y una lasagna que en algún momento volveremos a probar para darle otra oportunidad de enarmorarnos definitivamente. Que lo disfruten y si van, esperamos sus comentarios.
Acordate que si vas a pedir la lasagna tenés una demora de 50 minutos. Entrá, pedila y después sentate. ¡Saludos antigourmeteros!