UN POCO DE HISTORIA
Corría el año 2012.
Nadie podía alcanzarlo.
El Antigourmet todavía no existía, pero los mismos integrantes de hoy en día, nos hicimos presentes para comer en el Castel´s. Y ese día fue inolvidable.
Una hora de cola. Morfi muy rico. Salón bullicioso. Precios irracionales. Atención veloz. Y nos robaron una rueda del auto.
Pero así y todo, nos fuimos chochos de la vida después de comer en esta fonda emblemática. Por eso, 4 años después, decidimos volver.
PD1: estuvimos haciendo memoria y, tal vez, haya sido el último bodegón al que fuimos antes de comenzar el Antigourmet.
PD2: qué bien se siente poner una PostData donde a uno se le canta. Vamos a hacerlo más seguido; es liberador.
RESEÑA 2016
Metimos una nueva incursión al Castel’s.
Facu y Martín no podían venir a comer, entonces decidimos invitar a nuestra mesa a un tío que sabe una bocha de bodegones: Leandro Salleres.
Leandro, es un personaje de esos que nos encantan conocer. Vive en Madrid, pero una vez al año se viene a Capital y además de visitar parientes y amigos, se la pasa comiendo.
«Los argentinos superaron a los italianos en cuanto a pizzas y pastas, no tengan ninguna duda. La muzzarella argentina, no se sabe de qué es, pero es magnífica.»
A un tipo que opina algo así, nosotros le creemos a muerte.
Cuando hicimos el Anti-Tour a España tuvimos la suerte de conocerlo y nos recomendó un montón de lugares fabulosos. La Casa del Pulpo, Os Concheiros y Las Bravas, son algunos de los datos que nos pasó este diseñador gráfico amante del morfi.
Cuando le escribimos para ver si quería venir a comer, no tardó ni un minuto en confirmarnos, y así fue como nuestra mesa terminó siendo de 4 comensales: Román, JP, Matías y Leandro. ¡A la cancha!
LA COLA Y UNA ATENTA ESPERA
Llegamos al Castel’s a eso de las 21:30. Por supuesto, había cola.
No hay reservas, así que hay que ir armado de paciencia.
En 2 minutos pasan – nos dijo el mozo.
Fueron 23 minutos y 17 segundos. Cronometrados por JP. Nos queríamos matar.
Siempre decimos que EL QUE SABE COMER, SABE ESPERAR. Pero a veces se la toman muy a pecho a esa frase.
De todos modos, la espera hace que uno vaya prestando atención a otras cosas que acá enumeramos:
1. DANGER MOUSE
Ojo dónde te apoyás al hacer la cola, porque Matías notó que una de las paredes del edificio de al lado tiene algunos problemillas con el tema eléctrico y sus medidores. La sutil colocación de 4 carteles de PELIGRO le llamaron la atención al reseñador, por eso lo contamos acá.
2. EMPANADA DE QUÉ?
Como te agarra un hambre bárbaro al tener que esperar tanto, Román descubrió que cruzando la calle hay un lugar de empanadas a $6. No las probamos, pero si alguno se anima, nos avisa por acá a ver qué onda.
3. FELIZ DÍA MAMITA QUERIDA
En la vidriera del lugar, todavía están pegados los carteles que conmemoran el Día de la Madre. No se sabe si el dueño lo festeja todo el año y mete promos, o si nadie se animó a sacar el vinilo.
4. FRANCHESCAAAAAA
Nos sumamos a la búsqueda de Franchesca, una caniche que anda extraviada por la zona. Hay una recompensa para el que la encuentre, así que ojalá aparezcan la perra (junto con la rueda del auto que perdimos en el 2012)
5. HAY QUE LLEVAR GUITA EXTRA
Durante nuestra espera entraron algunos vendedores al salón ofreciendo: linternas de mineros, trompos luminosos, sahumerios y unas cuantas cosas más. Si andás medio trabado con los regalos para alguna festividad, ojo al piojo porque esta opción porque te puede salvar.
Se abre la puerta del lugar y nos llama el mozo.
Vamos, adentro.
EL SALÓN
Es un rectángulo grandote. De un lado una barra larga y del otro todas las mesas atiborradas de comensales. Hay grupos de amigos, parejas, gente despidiendo el año y familias numerosas.
Las paredes están repletas de banderines de fútbol que tienen la particularidad de estar envueltos en su plástico original. Incluso, algunos de ellos, también tienen su polvo ambiental original.
También hay 10 camisetas enmarcadas con las firmas de todos los jugadores de sus respectivos equipos.
UN MOZO A CONTROL REMOTO
Apenas nos sentamos, apareció el mozo.
Fabián Fabero vuela. Pero vuela de verdad.
Atiende muchas mesas juntas, levanta pedidos sin anotar nada y mantiene el pulso de la noche con una velocidad pasmosa. A nosotros nos dejó la panera, unas mantecas y un platito con quesitos cortados (esto vale fortuna después de la espera). Nos dejó la carta y se fue a los pedos. Vimos que nos miró un par de veces, pero como nosotros seguíamos dudando sobre qué pedir ni siquiera se acercó.
En eso, Román le levanta la mano para llamarlo.
«Gritame que te escucho», nos dijo como a 4 metros de distancia.
«Marchanos una tortilla a la española y una lengua», gritó Román, haciéndole caso al tipo, pero elevando la voz por encima de las 2 mesas que lo separaban del mozo. Nadie lo miró.
Fabián asintió con la cabeza y a los 30 segundos volvió con una lengua a la vinagreta. Ahí nos dimos cuenta que levanta los pedidos por WiFi.
Entonces, concluímos que acá no hay que esperar tanto. Se pide y punto. El mozo no te tiene que estar ni siquiera mirando, porque lo importante es que tiene las antenas paradas.
ENTRADAS
LENGUA A LA VINAGRETA: Cortada por el Baron Sierra. Apenas llegó nos asustamos un poquito porque la veíamos demasiado gruesa. Pero nada que ver, estaba super tierna y con una provenzal maravilosa.
TORTILLA A LA ESPAÑOLA: Sale $70. La fuente tiene 900 años y viene tan cascada que uno solamente puede enamorarse de sus bordes doblados. La tortilla tiene buen tamaño, es para compartir y viene con muchas rodajas de chorizo colorado. Nosotros la pedimos babé y vino babé. Por ahí las papas estaban un toque duras, pero paremos un poquito… hay lugares en Palermo que por 60 pesos no te dan ni la panera.
Impresionante los precios que manejan, solamente comparables con la Tía Sandra del Alvear y con La Central de Villa Insuperable.
DE DONDE VIENE EL NOMBRE?
Bueno, nos contaron que la familia anterior que manejaba esta fonda se apellidaba Castelo. La verdad, no sabemos si apellidaba está bien, pero nos pareció una copada palabra.
El actual dueño se llama Héctor y no se apellida (o por lo menos no tenemos ese dato). Compró el fondo de comercio hace unos 15 años y así fue como apareció EL NUEVO CASTEL’S. Con aires renovados pero manteniendo el espíritu de comedor familiar que tuvo siempre.
PRINCIPALES
MILA NAPO: Viene en una bandeja rectangular y de todos modos… sobresale. Eso ya es una plus porque cumple con la Ley del Dr. Pait. La mila estaba perfecta. Crocante. Sequita. Nos llamó la atención lo especiada que estaba. Ajo, perejil y muchos condimentos mezcladitos que salían por abajo del rebozado, que dicho sea de paso, estaba espectacular. Varias fetas de queso y un jamón que zafaba. Por $100 te clavás una Señora Milanga con fritas.
PECETO A LA MOSTAZA: JP como siempre, buscando la innovación constante. Descubrió este plato en la primera hoja de la carta que está escrita a mano y no dudó en marcharlo. Vino una fuente totalmente llena de papas españolas y nos pusimos a escarbar un poco en busca del peceto. Encontramos dos rodajas, bien gruesas, tiernitas y con ese toque en la salsa que solamente una mostaza suavecita le puede dar. Al rato, descubrimos que abajo de la montaña de papas, había otra rodaja más de peceto. Y nos abrazamos como si hubiésemos ganado un campeonato del mundo.
MATAMBRE A LA PIZZA: El plato elegido por Leandro no defraudó tampoco. Buena porción, muy bien tiernizado y con mucha salsa. Si bien era finito, estaba de rechupete. Y viene con papas también. Como habrá estado de bueno, que después de comerlo, Leandro se tuvo que ir a la vereda a caminar un poco.
«Necesito aire tíos», nos dijo.
Y nosotros nos quedamos hablando gilipolleces mientras elegíamos los postres. Joder, hostias y cacahuates.
GENTE QUE SABE CONVIVIR
De vecinos de mesa teníamos a una pareja, de unos 50 pirulos aproximadamente. Se pidieron una entradita y una mila para compartir, pero lo que nos llamó la atención fueron las bebidas. Un vino tinto para el caballero y un vino blanco para la dama. Vasco Viejo los dos.
Eso, señoras y señores, es amor para toda la vida.
POSTRES
Cuando nos hacemos pomada comiendo, normalmente le entramos a los helados como bajativos. La verdad, no sabemos si está bien o mal, pero a nosotros nos funciona. Marchamos un ALMENDRADO y un HELADITO (2 bochas: chocolate y frutilla).
La particularidad fue una de las bochas. La de frutilla para ser exactos.
Imaginate que agarrás un manzana y la pisás con una camioneta 4×4 a 150 km/h. Bueno, así era la forma del helado. Nada que ver a una bocha. Pero tampoco nos íbamos a poner exquisitos a esta altura del partido.
CONCLUSIÓN
Imbatible en los precios.
Haciendo una rápida pasadita a lo que pedimos…
– Lengua a la vinagreta
– Tortilla a la española
– Milanesa napolitana
– Matambre a la pizza
– Peceto a la mostaza
– Almendrado
– Helado (dos bochas)
– 3 birras
– Una soda
TOTAL: $675 (dejamos $200 x cabeza)
¡IMPRESIONANTE!
NOTA: para nosotros se equivocaron y no nos cobraron una birra, pero ponele que así fuese, la cuenta se va a $765; imposible de igualar en cualquier país a la izquierda de Rusia.
La comida es sencilla pero abundante y con ingredientes de una calidad más que aceptable.
En la primera hoja vas a encontrar todo lo que sale rico. Si te podés a husmear en las otras páginas por ahí te mareas un poco al pepe.
Por supuesto que vas a tener que hacer la cola, porque con los precios que tiene siempre va a estar lleno. Pero vale la pena.
Hay gaseosa grande, soda de sifón y un montón de platos para compartir. Ideal para una familia numerosa.
Por ahí el punto flojo es el ñoba, que está un poquito descuidado. Y eso siempre es un tema, especialmente para las damas. Por eso recomendamos, como hace Horacio Pagani, llevar una chata en el auto y si uno la necesita… utilizarla.
Si nos preguntan, ¿Qué cambió en 4 años?
Bueno… ahora tiene un estacionamiento sobre calle Estados Unidos que te salva la vida. Cuando terminás de comer, pedís que te firmen el papelito y te vas andando con las 4 ruedas puestas.
El Nuevo Castel’s sigue vigente y esperamos que puedan conocerlo.
¡Salud!