Un fiel ejemplo de lo que busca un antigourmetero. Historia y buena atención. Mozos geniales. Platos abundantes. Simples y honestos. Se merece un viajecito al barrio de Boedo cada 2×3. Si alguna vez nos preguntan: ¿qué es ser antigourmet? Podemos responder: «ir a comer a La Tacita». Tomate cinco minutos para leer esta reseña y vas a entender todo.

LA HISTORIA

El origen del nombre La Tacita tiene una historia tan linda que nos tomamos el atrevimiento de hacer un cuento cortito basado en ella. Es bien cortito, así que si tenés ganas, lo podés leer haciendo clic acá.

Y si no tenés ganas te vas a quedar con la super vena de no conocerla. Además, cuando te juntes con amigos/as, todos van a estar hablando del tema y vas a decir: «¿Por qué no hablamos de que Juanita Viale condujo el programa de Mirtha?». Te van a mirar mal y vas a quedar como una persona totalmente antisocial. Todo por no leer un par de párrafos. No sé. Fijate.

EL LUGAR

El salón comedor es enorme y se fue armando con el paso del tiempo. Por ejemplo, el piso, da muestra de lo que te contamos. Tiene como 14 diseños distintos incluyendo un par de mosaicos que andá a saber la fuerza que tuvieron que hacer para meterlos en ese lugar. Hay muchas fotos del Viejo Gasómetro y un par más de chiches decorativos.

Llegar al baño es un tanto complicado, más que nada porque tenés que esquivar a los cuatros mozos que vienen quemando caucho todo el tiempo. «Permiso, permiso» se escucha y cuando te das vuelta, ves a un viejo esquivando comida, que no tiene ni la más pálida idea de cómo carajo seguir concentrado para no hacerse pis encima y sobrevivir a la estampida de platos.

El sistema de calefacción es zarpado. Parece que fue construido por el mismo tipo que hizo el Gran Colisionador de Hadrones (y con el mismo sistema). Nosotros fuimos en pleno invierno, estaba apagado y de mirarlo nomás se nos calentaban los pieses.

El tipo fabricando la calefacción arriba de una bici y un antigourmetero en motoneta que pasaba justo por ahí.

Y como si esto fuera poco, justo en frente, tenés la pizzería de La Tacita que también está siempre hasta las manos. Incluso muchos comensales se sientan en la pizzería y piden una milanesa con puré, mientras que otros se sientan en el bodegón y piden una grande de muzza. Así que podés a ver a los mozos cruzando la calle con un estofado a 220 km/h y volviendo con una de 4 quesos marcha atrás caminando con los talones. Desde nuestro humilde sitio, le pedimos a Macri que se cope y les construya un paso bajo nivel a estos muchachos (con un par de bicis y canastitos porta morfi). Y olvidate de este problema.

LA ENTRADA Y LA GENIALIDAD MOZÍSTICA

El equipo Anti-gourmet llegó con hambre al lugar. Nos sentamos y al toque apareció Sandro. Obviamente no era el difunto intérprete de «Rosa, Rosa». Pero este gran mozo es un crá.

Facu le pregunta: «Cuchame, ¿cuál es la especialidad de la casa?». Sandro lo mira fijo y le dice: «acá todo es especial pibe, comé tranquilo».

¡Listo! Cerrá todo. Son estos pequeños detalles lingüísticos los que enloquecen a los antigourmeteros como nosotros. Si el tipo te dice que TODO es especial, te obliga tácitamente a comer TODO. Más vale que no te das cuenta, pero tu inconsciente al escuchar algo así se pone como loco. Hay que estar atento porque algunos bodegones juegan con la psicología del consumidor de una manera infernal.

Vitel Toné: un pilón de fetas y sin escatimarle a nada. La salsa estaba riquísima. Arriba tenía anchoas y alcaparras. Las tres anchoas tenían el mismo largo que una lapicera bic trazo grueso y fueron bautizadas como «Anchozillas» por la mesa.

Tortilla a la española: ¡Cómo le gusta al cocinero meterle chorizo colorado. ¡Mamita querida, qué rico! Cada rodaja está rodeada de una tortilla babé babé. El tamaño es grande, casi te diríamos que para dos es mucho. Si van dos parejas es ideal. También podés pedirla si vas solo y te llevás un tupper para lo que sobre.

PLATOS PRINCIPALES

Hay de todo y para todos los gustos. Las pastas te abren un abanico de posibilidades asombroso. Contamos 18 salsas y algunas no tenemos idea de qué eran porque nunca las habíamos escuchado. También tenés parrillada para 2, 3 o 4 personas a muy buen precio. Hay tablas con variedades de picadas, y ensaladas a montones.

No es un dato al azar el de las ensaladas. Vimos una mesa entera que comió pechuga de pollo, con ensalada o puré de zapallo (no sabemos si se estaban recuperando de alguna enfermedad o si eran masoquistas, porque al lado había 4 pendejos que parecían velociraptors dándole a un pedazo de bife).

Te contamos lo que pedimos nosotros… por ahí vas a notar que nos encantan los platos con nombre del lugar.

Gran Pollo a La Tacita: no vamos a decir nada. Solamente transcribir lo que dice la carta: «Pollo relleno con jamón cocido, muzzarella, salsa de roquefort y champignones, con papas noisette». Bomba térmica.

Bife de Chorizo La Tacita: acá nos terminamos de convencer que a los cocineros del lugar no les caben las fracciones. El plato era una genialidad. El bife medía como 5 cm. de ancho. La carne estaba a punto, pero si te gusta más jugosa pedísela a los mozos (suena feo pero es la pura verdad). Viene con morrón, provolone, una salsa demi glace para chuparse los dedos (que en idioma antigourmet es el caldo marrón espeso) y papas noisette.

Matambre al verdeo: comida simple y contundente. Muy bien acompañado con un ajo y alguna que otra papita frita que lo rodeaba. Este plato fue considerado por todos los antigourmeteros como «el mejor matambre mata hambre».

POSTRES

¡Bueno! Acá nos vamos a detener un ratito para tomar impulso en la presentación de lo que viene, porque estamos en presencia del primer 10 del Equipo Antigourmet. Nunca antes en la historia de esta banda se había producido este hecho histórico y vimos un par de lágrimas caer por la mejilla de varios comensales. No vamos a decir quién para no herir susceptibilidades.

Llega, a la mesa del Antigourmet, al mejor estilo Moria Casán bajando las escaleras de un teatro de revistas, así que nos ponemos todos de pie para recibirlo a él.

El único. El indiscutido. El Beakman de lo dulce. El Messi de los postres. El Papa Francisco de la sobremesa.

EL SR. PANQUEQUE DE DULCE DE LECHE.

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¡Olelo, hermano! ¡Olelo mucho! ¡Olelo una hora! Es más, dejá que todos lo huelan u olan (se permite totalmente esta expresión en este caso).

Agarrá la fuente y pasá corriendo por al lado de todas las mesas gritando: «Miren lo que pedí, giles, no entienden nada ustedes, olelo pelado, olelo, graciaaaa diooooo» y volvé a la mesa porque sino te matan tus amigos.

Cortalo despacio, dale tiempo. Si no podés frenar tus impulsos te podemos dar el celular del Dr. Miguel Rosas, gran antigourmetero, que te clava un litro de anestesia. Así vas a tener más tiempo para ver como chorrea esa maravilla culinaria.

¡Ay, el olor! No, no, no, no, no… dan ganas de aprender a tener sexo tántrico con el panqueque para que dure 74 horas arriba de la mesa sin tocarlo. Pero bueno… uno no es de fierro y le entrás como sordo al timbre. Te podemos asegurar que el dulce de leche no es de este planeta.

Vas a ver que en el preciso momento que te metés un cacho en la boca, vos y el resto de los comensales se convierten en rumiantes. La mandíbula se cierra por la pegatina dulcedelechística de la cosa y todos tratan de hablar con la boca cerrada sin que se entienda un fúlbo de nada.

El aire, de pronto, se convierte en algo indispensable. Con todas tus fuerzas, abrís la boca dejando ver un montón de estalactitas de dulce de leche a una vieja en la mesa de al lado que está horrorizada y se tapa la boca con un pañuelo. Sos igual a Mumm-Ra en plena transformación. Una cosa espantosa para los demás, pero tan feliz. Tan pero tan feliz. Comelo y después nos contás.

OTROS POSTRES

Queso y dulce: el fundamentalista del queso y dulce del equipo también se pidió uno para testearlo. Claro, todos lo miraron mal, como imaginando una traición al panqueque, pero cuando lo vieron llegar la cosa cambió. ¡Mamita querida! Le faltaba un cacho más de queso y de costado parecía la trilogía del señor de los anillos. Soberanas piezas perfectamente compatibles y un gusto riquísimo. El dulce mucho mejor que el queso, pero es un dato anecdótico después del panqueque.

Ensalada de frutas: buena copa, con una linda bocha de americana arriba. Nos acordamos del panqueque y ya no tenemos más ganas de escribir nada.

CONCLUSIÓN

Sinceramente queremos agradecer a todos las personas que trabajan día a día en La Tacita. Empezando por Sandro y Julio que son dos mozos de hostia. Atienden tranquilos, no te apuran nunca, recomiendan bien y te avisan si es para compartir el plato. No nos acordamos los nombres de todos, porque se fueron acercando para sumarse a la charla, pero el encargado y los otros mozos tienen una buena onda impresionante.

Está más que claro. Si un lugar que vende comida, está por cumplir 90 años por algo será. Hay que ir y pasarla bien. Esperamos que cuando un antigourmetero vaya nos cuente su experiencia. Saludos.

¿Dónde queda? Hacé clic acá y te mostramos.

PD: el mozo Sandro fue convocado por Sabella en lugar de Palacios, pero no pudo ir porque se lesionó llevando un estofado a la mesa 8.