Nos bañamos y salimos para ver dónde cenar.

Román y Nico rastrearon lugares y dieron con este tremendo lugar. Una de las experiencias más Antigourmeteras que tuvimos en todo el viaje.

Benni, el dueño de la chuletería, nos armó una mesa atrás y comenzó un show de morfi que nunca vamos a olvidar.

Nos trajo: Tomate (con ajo).

Un tomate de la hostia. Si complicado defender un tomate, eso lo sabemos. Pero el gusto que tienen estas bellezas nos llamó la atención.

Son de Ollazu, un pueblito cercano, y la clave es que los tomates están en pendiente. Por lo tanto el agua de lluvia nunca se estanca.

Cuando vio que habíamos liquidado el tomate y estábamos haciendo “barquitos” con el juguito restante, Benni nos dijo que en breve caían los chuletones. Y así fue…

OOOOOSTIAS, JODER, TÍO, GILIPOLLAS, CACATÚA Y DEMASES AUSTRALOPITECUS.

La especialidad de la casa es una chuleta que pesa entre 1,200 y 1,600 kg. (Menos de 1,200 es para filete, según Benni).

Viene hiperjugoso, comparado con el punto nuestro al que estamos acostumbrados, pero es una verdadera exquisitez.

De todas formas, si ponés un pedacitos arriba del hueso, lo terminas de cocinar vos mismo, porque está recontra mil caliente.

Nos comimos 2. Uno con más grasa y uno bien magro como para comparar. Pero la grasita es la grasita y tuvimos que pedir uno más. Tres chuletones! Gran actuación del equipo.

A esta altura nos habíamos bajado dos tubos de vino. El tipo tiene un montón de Vinos de productores chiquitos y te los va recomendando.

Para bajar, pedimos unos postres. No vaya a ser cosa que Benni piense que somos unos amateurs.

Una ración de Queso, membrillo y nueces. Un bizcocho con crema y caramelo. Y una Torta de hojaldre rellena con pastelera y almendras que se sirve tibia.

Gin tonic y café. Más algunos orujos cerraron la velada, después de dos horas y media de comilona.

Conclusión: la Chuletería Iraeta es cara, comparada con lo que veníamos testeando, pero vale la pena darse un gustito y probar estas maravillosas chuletas porque realmente valen la pena.

Nos fuimos a dormir pipones. Y costó bastante encontrar posición para dormir.

Durante la noche se escucharon ronquidos y expresiones guturales que provocaron pánico en la población femenina.

Pero al parecer, eran sonidos que provenían de los dulces sueños de todo el equipo Antigourmet.