¡Una locura las tostas!

Los tipos tienen un exhibidor lleno de estas maravillosas tostadas llenas de magia. Había de salmón con gulas, de bacalao, de gambas, de chistorras, de boquerones y anchoas, de morcilla, de queso de cabra y una infinidad de combinaciones más.

Pedimos unas cuantas y además le sumamos: rabo de toro, habas con jamón crudo, pinchos de pollo frito y una ración de lomito de cerdo.

También descubrimos las aceitunas descarozadas Ordales, que son 5 veces más grandes que las que comemos siempre y, por ende, mucho más carnosas.

El lugar es chiquito pero atestado de maravillas. Como un caballo de calesita, un sillón de peluquero, una estatua de un negro jazzero, una caja registradora de bronce gigante y una moto colgando del techo. Pero lo mejor, es el mural en el techo con la imagen de la creación de Adán, pero entre los dedos de Dios y Adan, hay una jarra de birra. Arte bodegonero puro.

Marco (el dueño) conoció a Marco (el Tibu). Y así fue como el encargado de la barra se sacó una fotito con su tocayo de 6 meses de edad. Hicimos una reverencia en el altar de la Virgen del Rocío y nos marchamos felices de la vida.