EN BUSCA DE UN BODEGÓN QUEMERO

Cuando la gente de TNT Sports nos pidió el capítulo de BODEGOLES del Club Atlético Huracán, nos pusimos a investigar la zona de influencia quemera para encontrar un lugar Antigourmet para comer cerca del club.

Había un lugar que nos habían nombrado hacía bastante tiempo. Buscando en las viejas libretitas y en el cuaderno amarillo que tenemos en el bar, dimos con el nombre que buscábamos: La Taberna de Roberto.

Buscamos @latabernaderoberto en Instagram y… oh casualidad… ya nos seguía.

Escribimos un mensajito para contactarlos, que fue respondido velozmente por Lali. A los 5 minutos, ya estábamos planeando cómo hacer realidad la visita y el programa. Nos puso en contacto con Ramiro, el dueño. Lo llamamos, hablamos con él, le contamos la idea y se copó. Grabamos y al tiempito estrenamos el capítulo. Tanto ellos como nosotros quedamos muy contentos con el programa y además, pegamos muy buena onda.

Por eso, los otros 4 integrantes del Antigourmet quisieron conocer la esquina de Brasil y Sánchez de Loria, para ver si realmente la comida era como se veía en el video. Y acá va la reseña del Antigourmet en Parque Patricios.

Rami y Mati intercambiando camisetas

UNA ESQUINA IMPECABLE

Llegamos a la intersección de Sánchez de Loria y Brasil. Ahí está ella, hermosa, iluminada y verde. La esquina es realmente una belleza. Una casa vieja, de esas que no se construyen más, con techos altos, paredes gruesas, robusta por donde se la mire.

Está super bien mantenida y tiene un sistema de toldos que hacen aprovechable el espacio enorme que hay en la vereda. Linda obra que permite disponer unas 20 mesas afuera de la Taberna, ideales para los días de primavera y verano. Si sos más de comer adentro, el salón es cómodo y clásico.

Las mesas tienen manteles “color pomelo rosado” según el experto JP. Y encima otro mantelito más chico, ubicado en forma de rombo, de color negro.

El sistema de climatización es larguísimo, sale de algún lugar que no vimos y da la vuelta por todo el local. La proeza técnica generó la caída de baba de las comisuras de Facu. El Dr. Pait y Facu se encargaron de remodelar nuestra esquina (a base de mucho ingenio, porque plata no había). Para colmo, una tira de LED color verde da toda la vuelta al salón y pega contra el caño del clima. Facu alucinaba.

También hay dos luces rojas, muy grandes. Estaban apagadas, pero apuntando directamente a los comensales. Se barajó la probabilidad de que sean parte de un equipo “detecta-gourmet”. Con algunos sensores estratégicamente colocados, que encienden las luces y activan una sirena de pánico, ante la presencia de personas amantes de las finas hierbas y el colchón de verdes.

Vaya uno a saber, mientras debatimos la implementación de este sensor en La Esquina del Antigourmet, entramos a la Taberna y nos sentamos a picar algo.

ENTRADAS

Nos recibió Alejandro y nos llevó hasta nuestra mesa. Mozo copadísimo, muy servicial, siempre atento: un 10. Es nacido en Bahía Blanca, hincha de Olimpo y con 24 años en gastronomía sobre el lomo. Además de ser mozo, se encarga de la producción de algunas pastas. Así que cuando tuvimos que pedir, nos supo recomendar espectacularmente. Vamos con las entraditas:

Empanadas fritas: pedimos una para cada uno. Ramiro nos dijo que son una de las especialidades de la casa y no tenemos duda de que así es. Carne, huevo, papa, verdeo, mucha cebolla y grasa, dan como resultado una empanada de gran tamaño y jugosa; para comer con patas abiertas (o bien arrimado a la mesa).

Una de las especialidades

Matambre con rusa: volvió el Barón Sierra y nos mandó un matambre cortado bien grueso. Espectacular porción para compartir, ingredientes frescos y picantito; cosa que nos gustó mucho.

Lengua a la vinagreta: una bandeja bien cagada a palos, como nos gusta, traía la porción de lengua a la vinagreta. Mucho vinagre para nosotros, pero la comimos sin problema.

Muy ricas todas las entradas, lograron el objetivo de relajarnos y hacernos sentir como en casa. De hecho, por un instante, hubo un plato donde convivieron las 3 entradas. Un pedacito de empanada, una cucharada de rusa y un trocito de lengua. Los dejamos un ratito porque empezamos a discutir sobre un par de temas.

Metele rusa a todo

Hablar pavadas es otro superpoder que otorgan los bodegones a sus comensales. La comida es la excusa para juntarnos, porque a los argentinos nos gusta compartir la mesa en las buenas y en las malas. Si además le sumamos, como en este caso, que la comida es rica y uno la pasa bien… suelen ocurrir pequeños eventos extraordinarios. Solo hay que estar atento para detectarlos. Acá va un ejemplo.

COCINA FUSIÓN

Entre la entrada y los platos principales hubo un momento de charla antigourmetera, que es lo más parecido a «Hablemos sin saber» de Peligro Sin Codificar. Todos los grupos de amigos y amigas pasan por este trance en algún momento de la salida bodegonera. Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que lo provoca, pero comienza con alguien proponiendo un tema cualquiera: la influencia de la luna en capricornio para el crecimiento de los tomates peritas.

De ahí en más, la cosa va escalando a niveles nunca imaginados. Todos en la mesa saben del tema en cuestión. Todos, absolutamente todos, sin excepción, pueden opinar y sumar argumentos a la charla por más que el tema sea complicadísimo. Todo comienza cuando un comensal, inconscientemente, ejerce su derecho adquirido al PAVADUB.

¿Qué carajo es el PAVADUB? Es una sigla creada por la OLISSS para definir el «Permiso Amigos, Voy A Decir Una Boludez».

Mati, en una charla TED que dio hace unos 2 años, explicó el PAVADUB de la siguiente manera:

«Invocando el PAVADUB, podés decir lo que se te cante las pelotas… total… estamos entre amigos, nadie te juzga, te escuchan, tus opiniones se aprueban aunque no tengan una gota de cordura y tenés la posibilidad de decir cualquier pelotudez, por más que sea 100% irrelevante, porque lo que todos en la mesa quieren y esperan… es el siguiente plato.»

En esos momentos donde el PAVADUB se hace presente y todos en la mesa deliran sobre cualquier tema, es donde la magia bodegonera ocurre. En nuestro caso, en plena Taberna de Roberto, comenzamos a hablar de temas muy variados: un cuadro tridimensional de la taberna que está en la entrada al baño, el nuevo estilo de birra que está cocinando Facu, la cantidad de veces que pasa la vieja chusma por la esquina, cómo Narda Lepes nos robó el logo y hasta se llegó a hablar de los viajes en el tiempo.

Lo que pasa es que el tiempo es relativo – tiró en un momento Román.
No. – le respondió JP, argumentando fuerte y contradiciendo a Einstein sin ningún tipo de problema ético o moral.
Cómo que no? – le repregunta Mati.
Bueno, sí, pero no importa – le dijo JP, argumentando aún más fuerte – y siguió hablando como si nada.

Un claro ejemplo de PAVADUB extremo, donde el tiempo es y no es relativo al mismo tiempo. O sea, una paradoja interdimensional en pleno bodegón. Los científicos que se pasan millones de horas investigando los agujeros negros, seguramente encuentren la forma de crearlos, meterse adentro, entenderlos, viajar en el tiempo, destruir el planeta en un error de cálculos y vaya uno a saber qué cosa más. Pero esos científicos, nunca podrán entender cómo en un bodegón de Parque Patricios el tiempo es y no es relativo en el mismo instante.

La charla daba para cualquier cosa, pero Mati se percató de algo. Mientras el PAVADUB estaba en su apogeo, la empanada, la lengua y la ensalada rusa se habían fusionado al mejor estilo Dragon Ball. Ni el gran colisionador de hadrones para buscar la partícula de Dios que construyeron en Europa pudo haber logrado un resultado tan increíble como el que estábamos presenciando en ese instante. Otro ejemplo de la superioridad bodegonera versus la ciencia a gran escala.

Los 3 platos que luego se fusionaron

Un pedacito de papa se había ubicado estratégicamente en el decimo segundo repulgue de la empanada (tienen 13 obligatoriamente si son tucumanas, como en este caso). Y la empanada reposaba sobre un cachito de lengua. La vinagreta estaba por todo el bocado, cubriendo la lengua, la masa y la papa. El jugo de la empanada tenía la zanahoria y las arvejas. Un punto de mayonesa coronaba la escena.

Mati le metió un codazo a Nico. Nico lo miró como diciendo: «te voy a cagar a trompadas», pero Mati le hizo señas con toda la cara para que mire el plato. No quería hablar por miedo a que se corte la fusión. Nico se percató de la magia, sacó la cámara para documentar el nuevo plato que había nacido y pudo sacar una sola foto, porque el mismo fue devorado por JP, demostrando que tampoco tenía ningún problema ético o moral para comerse una obra de arte bodegonera.

Se podría decir que por primera vez, el equipo Antigourmet probó la Comida Fusión. En unos de esos neo-bodegones gourmets por este plato te cobran 2 lucas y te dicen que los gustos maridan entre sí, provocando una sensación de amor-odio en el tercer paladar, producto de la humidificación de la rusa sobre la suave corteza de empanada repulgada. Una boludez, porque todos los bodegoneros hemos mezclado un raviol huérfano con un pedacito de riñoncito a la provenzal.

HABEMUS TABERNA

Che Rami ¿Por qué tu viejo le puso Taberna? – preguntó Mati
No tengo ni la más pálida idea. Le gustó y se lo puso nomás. – respondió Ramiro

Y por más que a Roberto simplemente le haya gustado el nombre, está muy bien puesto. Porque “Taberna” es sinónimo de bodegón, cantina, tasca, mesón, posada y pulpería. Un lugar para comer y beber como corresponde, y acá va un poco de historia.

Al parecer las primeras fueron las Tabernas Romanas, donde los carteles rezaban:

«Habemus pullum, piscem, pernam, panem» (Tenemos pollo, pescado, carne, pan).

Generalmente, arriba de las tabernas había habitaciones. De esta manera, los forasteros podían comer, tomar (muy especialmente tomar), y luego dirigirse a la cama para descansar.

El Vaticano también utiliza el famoso “Habemus papam”. Según la REA (Real Academia Antigourmet), en un principio la frase se utilizaba para avisar a los comensales de que ya estaban las papas fritas o el pastel de papa. Y luego se utilizó para avisar que ya estaban elegidos Bergoglio y sus antecesores. Creer o reventar.

Antepasados de Nico, Román, Mati, Facu y el Dr. Pait.

Las Tabernas se popularizaron en España, especialmente en Andalucía. En las provincias de Almería, Granada, Sevilla, Cádiz y Málaga proliferaron los establecimientos de este tipo durante todo el siglo XIX. Un ejemplo: en Córdoba, durante el censo de 1875, se registraron 174 tabernas.

Un verdadero paraíso Antigourmetero que dio origen a algunos refranes muy descriptivos:

– Córdoba, ciudad bravía, con más de mil tabernas y una sola librería.

– A la iglesia no voy porque estoy cojo, pero a la taberna voy, poquito a poco.

– De mal a mal, dame la taberna y no el hospital.

Con el tiempo, las Tabernas coparon Madrid. En el año 1915, Benito Pérez Galdós iba caminando por la Calle de Toledo y contó 88 tabernas. ¡Ochenta y ocho tabernas en una sola calle! Claramente, deberíamos haber nacido 100 años antes.

Hoy en día, la más famosa Taberna del mundo es la de Moe Szyslak, el lugar elegido por Homero Simpson para beber litros y litros de su amada cerveza junto a sus compinches. Dicho sea de paso, en Ituzaingó casi abren una Taberna de Moe, pero a la gente de FOX no le gustó la idea y tuvieron que dar de baja el proyecto.

Salud!

PRINCIPALES

Volvió Alejandro, levantó los platos de las entradas y marchamos los principales. Hubo un breve intercambio de opiniones, pero prevaleció la decisión de Román.
Ya se sabe que el Dr. Pait es el que pide los platos en el equipo. Pero, ante la ausencia del doctor, suele ser Román quien toma la posta de la elección de los platos.
Román leyó la carta, tomó la decisión y le hizo una seña a Alejandro para que se acerque. Con la mano izquierda sostenía la carta y con el dedo índice de la otra mano, señalando paso a paso, le dijo:

Primero marchame esto, junto con esto y esto. Y después de 10 minutos, que venga esto.
Perfecto – respondió el mozo – ¿alguna guarnición?
Sí, por favor, dos de estas y una de estas.
Marcha.

Nos quedamos todos asombradísimos después del intercambio tan fluido que acabábamos de presenciar. Claramente, cuando se juntan dos especialistas, el lenguaje pasa a ser algo accesorio y alcanza con un dedo para que emisor y receptor entiendan todo perfectamente.

No pasaron ni 15 minutos, cuando vimos a Alejandro volver raudamente con dos buenas fuentes, bien cascadas y quemaditas en algunos sectores. De esas que si las levantás a la altura de tus ojos y las mirás detenidamente, podés ver la ondulación en los bordes. Las mismas contenían:

Ñoquis con estofado: ¡Platazo! Recién hechos, un montón de ñoquis y con un estofado riquísimo. De hecho, nos quedamos super cortos y marchamos una recarga de estofado. El tuco era maravilloso y generó una baja considerable entre los habitantes de la panera.

Ravioles a la Príncipe de Nápoles: Contamos 14 ravioles, lo que se considera una muy buena porción, especialmente si la comparamos con el uni-raviol que suelen servir los gourmets de Palermo Rúcula. La salsa rosa estaba de rechupete y ni qué hablar del huevofrito que flotaba sobre los ravioles. Nico lo rozó con el tenedor y bañó el plato de huevofrito. ¡Locura!

Fritas a la provenzal: cuando Román dijo “dos de estas”, se refería a las fritas. Vinieron 2 platos repletos, tanto de papas como de ajo. Mamita querida, si andás con probabilidades de coito: ¡cuidado!

Román, ¿para qué pediste fritas si estamos comiendo pastas? – le preguntó JP.
No hizo falta que Román conteste nada, porque llegó Alejandro con un braserito.

Parrillada completa: chori, morci, riñón, chinchu, asado banderita, bondiola y pollo. Comen 2 y pican 4, pero si sos como nosotros y te clavaste 2 platos de pastas, seguro te sobra algo para almorzar al otro día. La cara de satisfacción de Román lo decía todo. Había cumplido su deber y suplantado al Dr. Pait con honores, tarea para nada sencilla cuando tenés otros 4 plomos evaluándote a fondo.

Las familias parquepatricenses, felices!

ROBERTO STRANGE

El Dr. Strange es un personaje de Los Vengadores que tiene la capacidad (entre otras) de viajar en el tiempo, ver futuros alternativos y volver al presente prácticamente sin despeinarse.

La versión argenta del Dr. Strange, era Roberto.

El fundador de La Taberna de Roberto, llegó a Buenos Aires cuando tenía 18 años. Oriundo de Monte Quemado, este Santiagueño se dedicó de lleno a la gastronomía. En el Restaurante Pucará, estuvo como bachero y luego como mozo. Durante 5 años aprendió el oficio y decidió que era momento de largarse solo.

Así fue como abrió la primera “Taberna de Roberto” de Inclán y Castro Barros, en Boedo. Arrancó el emprendimiento familiar, con Roberto, su mujer Angelina y la ayuda de los 3 hijos. Ramiro es el más chico y se acuerda de cómo ayudaba en el salón desde los 6 años.

Yo siempre estaba metido en el servicio. Por ahí llevaba un plato a una mesa. Preguntaba si estaba todo bien. Y cuando me daban propina… ¡era la gloria! Con 6 años ya estaba aprendiendo a ser bodegonero.

Unos 25 años después, con La Taberna consolidada en el barrio, a Roberto le picó el bichito de abrir una sucursal. Esta vez, en Parque Patricios. Empezó a recorrer el barrio, hasta que descubrió que la esquina de Brasil y Sánchez de Loria estaba a la venta.

Al igual que el Dr. Strange, el gran Roberto encontró un local con un futuro espectacular entre los 14.000.605 finales posibles.

El dueño anterior había intentado de todo, pero nada parecía funcionar. Roberto, el visionario, la compró baratísima, cuando en el barrio no había nada de movimiento. De hecho, cuando lo planteó dentro de su familia, todos le dijeron que estaba completamente loco. Y como buen loco, la compró igual. La acomodó. Fue armando su clientela. Y se agazapó, esperando que la cosa despegue.

Exactamente eso fue lo que pasó hace un par de años, cuando el Gobierno de la Ciudad decidió que en Parque Patricios funcionen varias dependencias gubernamentales y además el barrio se convierta en polo tecnológico. De un día para el otro, alrededor de La Taberna aparecieron ministerios, multinacionales, bancos, espacios de coworking, emprendedores de todo tipo y cientos de etcéteras.

Es decir, un montón de personas que al mediodía tienen que comer.

Hoy es un momento brillante para el barrio y la taberna. Así que el desafío (en buena hora) es mantener la calidad de los platos, la velocidad de la cocina y la atención, para brindar un buen servicio a la ola de nuevos comensales que se acercan día tras día. Dicho todo esto, podemos afirmar que en lo que respecta a tener “visión de futuro”, Roberto le pisaba los talones al Dr. Strange de Marvel.

POSTRES

La charla se fue desviando hasta llegar a un tema que nos motiva mucho: “EL ANTITOUR A ITALIA”.

De la misma manera que ya hicimos todos juntos un viaje a España y la pasamos increíblemente, queremos cumplir el sueño de conocer Italia y recorrerla comiendo la cocina tradicional tana.

Todos tenemos algún apellido italiano, ya sea por parte de papá o de mamá. Fantozzi, Batiatto, Vozzi, Pratto, Mangini. Así que en esa nueva locura estamos. Buscando de qué ciudades son nuestros antepasados y generando una ruta con la información que vamos encontrando.

Es un sueño, pero no tenemos dudas de que en algún momento lo vamos a poder cumplir. Mientras estábamos con las actualizaciones del caso, llegaron los dos postres que habíamos pedido.

Flan mixto y Tiramisú: buenas porciones. El flan estaba increíble y se ve que habían hecho crema de más, porque vino un montonazo. Bien por el de la cocina que calculó mal las proporciones. Fue una genialidad tener que bajar esa montaña de crema.

El debate sobre Italia comenzó a elevarse. Es decir, comenzó a elevarse en volumen de discusión.

Facu le empezó a decir a Nico que la ruta que él proponía era una pelotudez astrofísica. Nico le dijo a Facu que él vivió 2 años en Italia. Facu le retrucó que eso a él no le importaba un carajo. Nico le dijo que sabía hablar italiano y que estudió en la Cristóforo Colombo. Facu le respondió que le importaba tres pepinos y que podía ser el mismísimo fundador de Italia, pero que la ruta igual le parecía una bazofia. Nico le dijo a Facu que era un pelotudo.

Ahí medio que se pudrió todo y la cosa se fue de las manos.

En la mesa de al lado había 3 mujeres de unos 60 años comiendo que miraban la discusión como si fuese una emisión en vivo de Intrusos. JP disfrutaba tanto de la situación que casi se va a sentar con las 3 viejas para observar mejor el nefasto espectáculo. Gracias al cielo, Alejandro apareció con 5 cafés.

Un momento de tranquilidad. Cuando llega un elemento nuevo a la mesa, cambia la dinámica. Por eso, para el resto de los comensales fue como ir a la tanda comercial. Facu y Nico se miraban fijamente mientras le ponían azúcar al café, lo revolvían y se lo tomaban lo antes posible, para volver al cuadrilátero.
Y volvieron.

Las viejas chusmas de al lado estaban encantadas. El debate seguía descarrilado y Román opinaba que “los dos estaban hablando pelotudeces sin sentido”. Esto enervó a ambos pugilistas, que técnicamente se pusieron a discutir por cualquier pelotudez, demostrando una carencia de argumentos que era la comidilla de las señoras de al lado y del resto de los comensales de toda la taberna que para ese momento, ya estaban al tanto de la discusión.

De repente, una de las señoras de al lado se mueve ligeramente y la silla hace un ruido molesto. Intenta acomodarse de nuevo, pero la silla sigue crujiendo. Un par de veces más, la acomoda, la mueve, e incluso llega a levantarse para correrla.

En ese instante, Facu gira la cabeza al mejor estilo del exorcista, la mira con los ojos enrojecidos, nota cómo a la señora le corre un sudor frío por la espalda y le dice:

Perdón señora, pero me gustaría seguir discutiendo.

La señora solo atinó a acomodarse en su silla, tratando de hacer el menor ruido posible y quedándose quieta, mientras le hacía un gesto afirmativo con la cabeza al demente de Facu que seguía como loco argumentando ahora contra los terratenientes extranjeros de la Patagonia. Nada pero nada pero nada que ver con el AntiTour a Italia. A los locos hay que correrlos para el lado que disparan.

Cuando pensábamos que la noche ya estaba completamente perdida, vemos al mozo nuevamente dirigirse hasta nosotros, pero esta vez con un champú. Y bueno… surtió efecto.

Se sirvieron copas, se brindó por un gran año, se hicieron las paces y todos contentos. Excepto las 3 viejas que estaban ofendidísimas con la culminación abrupta de las hostilidades. En fin… cosas que pasan en un bodegón.

Post quilombo, un brindis como siempre.

CONCLUSIÓN

La Taberna de Roberto está en pleno auge. Una esquina que fue imaginada por Roberto y que ahora es llevada con mucho laburo por sus hijos.

Platos contundentes, mozos profesionales, pastas frescas, unas empanadas fritas espectaculares y una esquina enorme para albergar los cambios. Porque es verdad, hay muchos cambios en el barrio.

Miles de personas van a trabajar de lunes a viernes en las manzanas aledañas a la Taberna, lo que significa que hay muchas bocas para alimentar. Por eso es el deseo de todo el equipo Antigourmet que puedan seguir con la calidad del servicio.

No tenemos dudas de que así será. Después de todo, son una Taberna, como la de Moe, y siempre se necesita un lugar así para comer rico, tomar algo fresco y discutir sobre Italia acaloradamente mientras tres viejas te miran asombradas.

Gracias a Ramiro y a todo el equipo de La Taberna de Roberto por recibirnos tan bien y tomarse el tiempo de contarnos su historia.

Siempre es lindo conocerlas y poder difundirlas.

Nos vemos la semana que viene, porque para nosotros: TODO EL AÑO ES BODEGÓN.

Salud!