Nos llamó la atención la música y entramos.

Sentados en la terraza (acá parece que la terraza es la vereda y también el techo) mandamos a pedir unas cañas y testeamos… los calamarettis fritos, los boquerones fritos, la bomba de papa, las rabas, las albóndigas, los callos y para cerrar… una paella.

El entrenamiento previo que realizamos en Argentina daba sus frutos y nos dimos cuenta que la clave para la supervivencia es mantener el ritmo. Cuando parece que vas a explotar, metele unos boquerones y el cuerpo se acomoda.

Habiendo liquidado todas las cañas, procedimos a retirarnos porque necesitábamos dormir una siesta. Dijimos que iban a ser 2 horas; fueron 5.

Restauración total.