Para hacerla simple y rápido, vamos a decir que Maruja es todo lo Antigourmet que vinimos a buscar.

Entramos a su pueblito de casualidad (gracias a que Román propuso desviarnos del camino) y nos quedamos enamorados de su arte, del amor por su trabajo, de la simpleza para explicar lo que la motiva, en definitiva… de su vida.

Ella estaba sentada en un banco de piedra en la puerta de su casa, arriba de un almohadoncito, y nos preguntó qué andábamos haciendo. Así arrancamos a charlar.

Y terminamos dentro de su casa, conociendo su cocina, su sala, su comedor y volviéndonos locos con los cientos de cuadros que tiene donde la gente le agradece por su atención y su comida (incluyendo al Rey, príncipes, periodistas y una infinidad de comensales más).

Vive en Castrillos de Polvaresa y es conocida en todo España por su Cocido Maragato; comida que ella afirma ser su creadora.

Al principio no le creímos, pero después de ver su casa, sus cuadros y googlearla un poco, nos dimos cuenta que estábamos con una cocinera famosísima. Claro, es famosa, pero es lo más alejada del cocinero egocentrista que conocemos.

Se maneja por grupos. La llaman con meses de anticipación y, si ella anda con ganas, les dice que sí. Tarda 2 días en cocinar su especialidad, le agrega un primero, un postre y café de puchero. Todo eso: 21 euros por persona. Nada.

No necesito la plata. Soy soltera. Estoy enamorada de mi trabajo. Estoy sola, pero me he casado varias veces de mentirijillas. – nos cuenta y se sonríe. Pícara Maruja.

A medida que se daba la charla, se sumaron Ceferino (su sobrino, que cuando hay servicio es el mozo del lugar), su papá que también se llama Ceferino (y nos recomendó una lista interminable de lugares para comer) y Milagros (una vecina que también hace el famoso cocido en su casa/restaurante).

Todos sentados en un banquito de piedra, rodeado por un pueblo color polvo de ladrillo, viendo el comienzo del atardecer, en una calle real por donde pasa un auto cada 3 horas.

Maruja nos regaló un baldazo de simpleza.

Ojalá algún día podamos volver y probar su Cocido Maragato, pero mientras tanto está bueno contarlo para que si un día algún Antigourmet anda por acá, también se desvíe del camino, visite a Maruja y le mande un besote de nuestra parte.

Todos arriba de la camioneta y a seguir el viaje con energías renovadísimas y próximos a Santiago de Compostela, donde ya teníamos el lugar para cenar.